Capítulo 51

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La casa estallaba en gente, risas, alcohol, comida rápida, globos, música, vasos, bebidas, familiares, amigos y regalos

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La casa estallaba en gente, risas, alcohol, comida rápida, globos, música, vasos, bebidas, familiares, amigos y regalos. Todos bailando al ritmo de la música. Tres cuarenta de la mañana y Adrien gruñía a cada uno que se cruzara por su camino.

—Ya, tranquilo, Agreste— apoyé mi mano sobre su hombro y volteó exasperado.

—¿Cómo quieres que esté tranquilo?— gritó—. Mira mi casa, Marinette.

—Hey, es nuestra casa, ¿no es así?

—Bueno, mira nuestra casa. Está infestada de gente borracha.

—No todos están borrachos— le corregí y frunció el ceño—. Cálmate y disfruta, ¿puedes por favor? Es mi cumpleaños y no pienso pasar el resto de la noche peleando contigo.

—Disculpa— desvió la mirada—. Van a destrozar todo, es eso lo que me molesta.

—No van a destrozar nada.

—Aparte están todos con ganas de tener sexo en cualquier parte de mi casa— se quejó—. Yo te juro que si alguien sube, sufrirá las consecuencias.

—¿Sabes, Adrien? Voy a echarlos a todos, no tienes de qué preocuparte— dije enojada y comencé a caminar hacia la puerta.

—No, no, espera, Marinette— me tomó del brazo y volteé a verlo—. No me hagas caso, solo ve con tus amigas y disfruta.

—¿Te vas a dormir?

—¿Estás loca? Nunca me iría a dormir cuando esta casa corre peligro de ser incendiada.

Hice caso omiso a sus palabras y me zafé de su agarre. Caminé hasta donde estaban Mady y Kagami. Ellas me sonrieron.

—Está el sucio Plagg aquí— dijo Kagami a las carcajadas.

—No hables así de él, es mi amigo— lo defendí.

—Bueno, pero si es sucio— dijo Kagami alzando las manos.

—Estás pasada de alcohol— le dijo Mady.

—Pero si es sucio.

—Como digas, Kagami—dijo Mady—. ¿Tú novio está gruñón?— me preguntó.

—Si, algo así— dije buscándolo con la mirada—. No sé que le ocurre.

—Necesita un buen polvo.

—Seguro que Marinette se lo da todas las noches— rió Kagami. Mady la empujó y cayó sentada en un sillón.

—Quieta, Kagami— le gritó—. Y cállate, nadie quiere oírte.

—Bueno— dijo riendo y cerró los ojos.

—Apartemos la vista de ella, cuando está ebria le gusta llamar la atención— dijo Mady y le dimos la espalda.

La Bella y la Bestia [AU Adrinette]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora