No tenía por qué, pero estaba nerviosa. A tan solo un día de mi boda, la cual, no sabía como iba a ser. Adrien no había estado en casa los últimos dos días, o por lo menos, no habíamos hablado casi nada.
Las empleadas iban y venían por toda la casa, gente que arreglaba el jardín, personas que colocaban adornos. Emilie y Gabriel se la pasaban en casa, cuidando detalle por detalle, dando ordenes sin cesar, intentando que todo fuera lo más perfecto posible.
Adrien, llegaba a las once de la noche y pasaba directo a la ducha, luego, a la cama. Sin cenar en casa, sin almorzar en casa, sin hablarme más que para desearme un buen día o dulces sueños.
Ya no compartíamos cama, pues luego de haber descubierto la habitación de huéspedes, no iba a permitir que Adrien me retuviera en su habitación.
Estaba todo listo, solo faltaba el sí de ambos y Adrien sería feliz para siempre.—¿Estás despierta?— preguntó una voz adormilada. Me senté en la cama y miré la puerta entreabierta de la habitación.
—Si, pasa— dije sabiendo que era Adrien quien estaba del otro lado de la madera.
—¿No duermes?
—¿Me ves dormir?— dije divertida. Rió y entró en la habitación—. No puedo, no sé por qué.
—Yo sé— dijo y se puso de pie junto a mi pequeña cama—. ¿Me haces un hueco contigo?— preguntó acomodando su pantalón a cuadros.
Sin responder a esa pregunta, me hice a un lado y él se sentó a un costado.
La escasa luz de la luna iluminaba la habitación. Adrien y yo, dominados por el nerviosismo, sin poder dormir, juntos, a las tres y media de la mañana.
—¿Por qué?— pregunté intentando no mirarlo a los ojos.
—Porque ambos estamos nerviosos— respondió sin siquiera mirarme. Ambos, mirábamos a la pared celeste de la habitación, que en estos momentos, se veía blanca, gracias a la escasez de luz.
—No estoy nerviosa— mentí. Chasqueó la lengua y pasó uno de sus brazos por encima de mis hombros. Besó mi mejilla—. Es en serio, Adrien— tragué saliva sonoramente. Rió.
—Perdona— susurró.
—¿Qué?— pregunté sin comprender.
—Que me perdones, Marinette— susurró de nuevo.
—He escuchado pero no sé a qué te refieres.
—Solo perdóname, no preguntes por qué. Perdóname— su voz sonaba sincera y sus besos sobre mi mejilla no me dejaban pensar más que, eso salía de su corazón.— ¿Puedes perdonarme?
—No puedo perdonar algo que no sé que estoy perdonando— dije confusamente.
—No preguntes Marinette, pero perdóname— insistió.
—Te perdono Adrien— dije serena y acaricié su rostro.
Acomodó su cabeza sobre mi hombro derecho y sentí su respiración sobre mi cuello. Tomó una de mis manos y la entrelazó con una de las suyas. Brindó leves caricias a mis finos dedos y luego dio un suave besó sobre la palma de mi mano. Alzó la mirada con suma delicadez y me sonrió.
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La Bella y la Bestia [AU Adrinette]
Fiksi PenggemarQue feo es cuando la persona que más amas es la persona más fría del mundo. Que feo es que le intentes demostrar tu amor y te saque a patadas de su vida. Que feo es que tú seas la pobre indefensa presa de sus castigos y malas costumbres. Vivir con...