Capítulo 53

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Si alguna vez Adrien había sido malo, no lo recordaba

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Si alguna vez Adrien había sido malo, no lo recordaba. Se comportaba de lo más tierno con sus dos hermanos, por la mañana trabajaba, por la tarde jugaba con ellos mientras yo estudiaba y por la noche compartíamos la cena todos juntos. Y cuando las vocecitas de los niños dejaban de escucharse por los pasillos, Adrien se convertía en un amante sensacional.

Ambos debíamos admitir que mis suegros nos habían dado una hermosa oportunidad para probar suerte como padres y aunque Adrien se quejara cuando Félix despedazaba las flores y Chloé pataleara por todo tipo de juguetes en el supermercado, parecíamos toda una familia. Claro que no era de lo más normal, porque ellos eran los hermanos de mi esposo y la "familia" acababa cuando Emilie y Gabriel volvieran de su viaje.

—Me rindo— gritó Adrien mientras bajaba las escaleras—. No sé como hace mamá para peinar a la niña, es que no se queda quieta y las coletas salen torcidas— se quejó.

—No es tan difícil— dije divertida mientras él se sentaba a mi lado.

—¿Por qué no lo intentas?— preguntó encendiendo el televisor—. Chloé ¡Ven aquí!

Tras escuchar el grito de Adrien, Chloé bajó las escaleras corriendo con entusiasmo. Su escaso fleco estaba enmarañado mientras era sostenido por una pequeña traba verde claro, sus dos coletas estaban más desparejas que los dientes de un tiburón y las bandas elásticas que sostenían el cabello era una rosada y la otra celeste.

Contuve la risa al verla acercarse a mí. Adrien frunció el ceño y Chloé alzó los hombros defendiéndose. Senté a Chloé sobre mi regazo y observé a Adrien con detenimiento.

—Vas a traumarla si sigues haciéndole estos peinados— lo regañé y luego reí.

Golpeó levemente mi hombro para luego quejarse con el ceño fruncido.

—No es mi culpa, nunca nadie me ha enseñado.

—Adrien, por Dios, aprende a combinar colores.

Chloé rió y Adrien volvió a fruncir el ceño. Se cruzó de brazos y apoyó su espalda contra el sillón.

—Disculpa, no quería arruinarle el cabello a mi hermana.

—Ve a buscar el cepillo y las bandas elásticas— le dije a Chloé.

Ella corrió escaleras arriba y me acerqué a Adrien.

—Nadie te ha regañado, tontito— besé su mejilla—. Y no le has arruinado el cabello. Estaba molestándote, no seas tan sensible.

—Es que no sé cómo peinar a una niña— observó el televisor sin prestarle atención alguna—. A ti no te tengo que peinar.

—Ya, deja de lamentarte, señor sensibilidad— dije riendo.

—Aquí llego yo— gritó Chloé saltando desde el último escalón.

Adrien volteó a verla y le sonrió, su hermana le devolvió la sonrisa y se sentó sobre mi regazo. Sostuvo el cepillo entre sus delicadas manos mientras yo me dedicaba a desatar su cabello.

La Bella y la Bestia [AU Adrinette]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora