Capítulo 3

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La noche se hacía presente, entonces encendí las luces de mi habitación

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La noche se hacía presente, entonces encendí las luces de mi habitación. Pasar la primera noche ahí, me aterraba más que estar cerca de Adrien.
Sentía que mi mundo se derrumbaba con tan sólo pensar que viviré aquí hasta que tenga edad suficiente para irme y para eso falta un año, pero aunque pareciera poco, para mi iba a ser una eternidad.

—¿Cenarás?— preguntó una fría voz tras la puerta.

—No gracias, no tengo hambre— respondí yendo hacía la puerta con la esperanza de que pasará y así hablar un poco.
Pero eso no ocurrió, el sólo se retiró al escuchar mis palabras.

Narra Adrien.

Me retiré de la puerta de su habitación, ya que yo si quería cenar.

—¿Y la pequeña?— preguntó Rose sirviendo mi plato.

—No quiere cenar— comencé con mi comida—. Pero si después baja y pide algo de comer no le des.

—¡Adrien!— reprochó—. Es sólo una adolescente.

—Pero puede ser una adolescente y no ser malcriada. Si se acostumbra a que en mi casa puede hacer lo que quiera, después tendré que soportar las consecuencias. Ya justo hoy, me hizo un berrinche porque quería una computadora— ella sólo rió divertida.

—Bueno, buen provecho. Tengo que ordenar la cocina.

Cené solitariamente como siempre lo hacía. Es que no me gusta mucho tener gente a mí alrededor, estoy bien estando solo.

Cuando acabé con la cena subí a mi habitación y me saqué la remera junto con el pantalón para dormir en boxers.
Me recosté y prendí el televisor, aún no tenía mucho sueño.
Estos programas que dan en la noche son aún más malos que los que dan en el día, así que decidí bajar por un vaso de agua ya que tenía la boca seca.

Narra Marinette.

Luego de haberle dicho que no iba a cenar mi estómago me reclamaba algo de comida, así que decidí abrir la puerta para asegurarme de que no hubiera nadie. Estaba todo oscuro a excepción de unas pequeñas luces que alumbraban escasamente el pasillo.
Bajé las escaleras en silencio y entré en la cocina para encontrarme con Rose quién secaba el último vaso.

—Hola mi vida— me sonrió tiernamente— ¿Tienes hambre?

—Si— toqué mi estómago que rugía con fuerza.

—Ah ya veo— rió despacio— ¿Quieres una leche chocolatada con galletas?— me sonrió.

—Bueno— le devolví la sonrisa.

—Bien— sacó una taza en donde vertió leche y luego le agregó chocolate en polvo para así darle sabor, caminó hacía la alacena y sacó galletas con chispas de chocolate, las puso en un plato y luego las puso sobre la barra, me senté para tomar una—. Toma— dijo dándome la taza.

La Bella y la Bestia [AU Adrinette]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora