Un asesino serial mantiene aterrorizada a la ciudad de San Francisco, y Mía, una chica aparentemente normal, empieza sentir simpatía por él.
❝El demonio es real, yo lo he visto, es hermoso, me besó en los labios y bailamos toda la noche❞
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—¿Me tienes miedo Mía?.—musitó mirándome a los ojos.
—No.
Respondí segura sin perder contacto visual con él.
—¿Confías en mi?.—asentí lentamente.
—Se que no me harías daño.
Subió una mano por mi pecho llevándola lentamente hasta mi cuello, lo apretó ligeramente y sonrió.
—Puedo despedazarte si quisiera...sólo que, no quiero hacerlo.—hizo más presión en mi cuello y con su otra mano sujetó mi barbilla para que lo mirara directo a los ojos.
Deslizó sutilmente su pulgar por mi labio y los separó metiéndolo despacio en mi boca.
Lo succioné sin quitar mi mirada de la suya, estaba hipnotizada con él, con su belleza.
Estaba sintiendo simpatía por el diablo.
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