25.

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Lucifer era el ángel más hermoso de la corte celestial,el favorito del creador supremo, su nombre sígnifica portador de luz. Lucifer es el primer ángel caído,imagina cuanta belleza puede haber en tanta maldad


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—¿Eso era lo que estabas buscando, Mía?.

Escuchar su voz luego de aquel pesado silencio me hizo reaccionar y mis ojos se abrieron de nuevo contemplando una vez más la foto que sostenía en mis manos.

Era el cadáver despedazado de una chica.

No tenía brazos, ni piernas, sólo era un torso, abierto a la mitad. Dejé la foto dentro del cajón y tomé otra, la foto era igual, casi todas las chicas tenían el mismo porte y contextura. No querían aceptar que guardaban cierto parecido conmigo y mis piernas comenzaron a temblarme.

En la parte blanca de la foto estaban escrito sus nombres y una fecha.

Seguí pasando las fotos, una por una, lentamente, detallando cada cosa en ella, algunas eran de sus extremidades, otras eran de ellas cuando aun estaban con vida. Me detuve cuando logré reconocer a una chica.

Vanessa.

Con ella si se había ensañado y eso era decir bastante tomando en cuenta de que las anteriores habían sufrido muertes dolorosas.

Le había sacado el corazón y casi todos los órganos, la había cortado a la mitad y su boca estaba cortada de un lado a otro simulando una sonrisa.

—Esta es la más reciente.—sacó una polaroid del bolsillo de su chaqueta y la arrojó sobre el escritorio.

Cubrí mi boca con una mano y las lágrimas comenzaron a salir de nuevo de mis ojos, mi mano temblaba al tomar la foto y una vez logré verla, se me resbaló cayendo al suelo.

Negué sujetando mi cabeza con ambas manos, esto parecía una pesadilla, una espantosa pesadilla de la que quería despertar.

—Liliam...—murmuré llevando las manos a mi pecho y me dejé caer en el suelo.

—Ya tú lo sabías, ¿cierto?.—se agachó en cuclillas sujetando mi barbilla y alzó mi cara obligándome a mirarlo.—Dilo, quiero escucharlo de tus preciosos labios, Mía.

—Eres el asesino...

Sonrió de una forma tan angelical que me era completamente absurdo, con su pulgar perfiló mis labios y cerré los ojos.

—Así es, Mía.

Un escalofrío recorrió toda mi espina dorsal y nuevas lágrimas comenzaron a salir de mis ojos, estaba tan asustada y dolida al mismo tiempo, que sentí que mi corazón se iba a carbonizar en mi pecho. Siseó tratando de consolarme y secó mis lágrimas con sutileza.

No había manera de que saliera de ese lugar con vida.

—¿Me tienes miedo?.

—No me hagas daño...por favor.—supliqué en un hilo de voz.

—Nunca sería capaz de hacerte daño.—abrí los ojos encontrándome con los de él.—A estas alturas...¿Crees que soy capaz de lastimarte?, tuve miles de oportunidades de hacerlo.

Sʏᴍᴘᴀᴛʜʏ Fᴏʀ Tʜᴇ Dᴇᴠɪʟ | L. HemmingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora