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—Hacía tiempo que no venía a tu departamento.—Dijo Mike mientras analizaba cada detalle de decoración de mi casa.—Se nota que tu negocio es lucrativo.—me eché a reír con ese ultimo comentario y me quité mi abrigo para ponerlo en el perchero dejando mi mochila sobre el sofá.

—Está cool, ¿no?.—entré a la cocina para revisar la alacena y bufé.—Mierda, olvidé hacer la compra.

—De nada sirve una linda cocina como esta si no tienes comida.—dijo burlándose de mi mientras entraba a la cocina.

—Luke es el que se encarga de esas cosas, yo sólo me quedo aquí y le cocino. Como Lucy y Ricky Ricardo.—Mike se echó a reír y negó con la cabeza.—Sólo me falta adoptar un estilo Pin up y cumplo mi sueño de vivir en un episodio de I Love Lucy.

—Me cuesta creer que siendo tú tan independiente te dejes dominar por Luke...

—Yo no me dejo dominar por Luke. Sólo lo dejo creer que tiene el control, pero al final soy yo la que domina todo.—le guiñé el ojo y él se echó a reír.—Me diste una idea para hacer un video. I Love Lucy porno.

—Por dios Mía.—se llevó la mano hasta la cara mientras negaba.—¿Siguen en eso?.—asentí mientras llenaba la tetera con agua de la llave.

—¿Cómo crees que pagamos todo esto?.—encendí la estufa y puse la tetera sobre el fuego girándome de nuevo hacía Michael para verlo.—Es dinero fácil...

—No te juzgo, ni nada, pero se me hace medio raro.—hizo una mueca.—No me hagas caso, no sé de donde salió mi falsa moral.

—Deberías intentarlo...—sonreí recorriéndolo con la mirada.—No conmigo, obvio. Eso sería muy asqueroso.—hice una mueca de asco y ambos nos echamos a reír.—Búscate una compañera y ve si te funciona. Igual en el primer intento podrías ganar hasta cinco mil dólares.

—No lo sé...mis padres terminarían desheredandome.

—No tienen porque saberlo. De hecho nadie tiene porque saberlo.

—Cállate Mía, me metes ideas en la cabeza y luego me arrastras al lado oscuro. Eres demasiada mala influencia.—frunció el ceño y me eché a reír.—¿Por qué tu congelador tiene seguro?.—preguntó extrañado mirando fijo mi refrigerador. Se acercó hasta él, curioseando y luego me miró a mi.

—Por nada en especifico...—me encogí de hombros.—Es el refrigerador más moderno que existe y tiene un sistema automatizado para abrirse solo si le colocas el pie ahí abajo en donde está esa luz roja.—señalé el lugar y Michael bajó la mirada hacia donde le indicaba.—Tiene contraseña para programarlo y poner que quieres que se abra y así...

—Qué curioso.—volvió a mirarme y sonrió. Intentó abrir la puerta tirando de ella pero esta no se abrió.—¿Qué hay adentro?... 

—Nada...recuerda que no hemos hecho la compra.

—¿Y por qué está cerrado?

—Se bloquea solo, cuando pasa mucho tiempo sin abrirlo, para que lo de adentro...se conserve mejor.—Mike se me quedó mirando fijamente y yo también. Le sonreí y nuestro contacto visual se cortó cuando escuché el vapor de la tetera y me di la vuelta para apagar la estufa y buscar las tazas.

Odiaba que Mike hiciera tantas preguntas, él tenía como un sexto sentido, sabía cuando algo no andaba bien, era muy intuitivo.

Qué ya no pasara tanto tiempo con él como antes se debía precisamente a eso, hacía demasiadas preguntas y aunque era buena mintiéndole, no sabía si se tragaba todas mis mentiras.

Sʏᴍᴘᴀᴛʜʏ Fᴏʀ Tʜᴇ Dᴇᴠɪʟ | L. HemmingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora