3.

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Mía POV

Entraba a trabajar en un par de horas y yo seguía pegada a la pantalla de mi computadora viendo películas.

Lo sé, era una irresponsable.

Cerré la pantalla de mi laptop una vez la película terminó y suspiré risueña luego de imaginarme junto a James Dean.

¿Por qué los chicos de ahora no eran así?, James Dean era todo lo que yo quería en un hombre y era lamentable pensar que hombres como él ya no existían. Los chicos sólo buscan acostarse contigo y lo peor es que disfrazan sus verdaderas intenciones haciéndote creer que eras el centro de su universo, una vez que conseguían lo que querían, te desechaban.

Me levanté para darme una ducha y prepárame algo de comer.

Un amigo me había conseguido un empleo como bartender en un importante club de la ciudad y hoy sería mi periodo de prueba. Mi habilidad para preparar tragos era prácticamente nula, el único conocimiento que tenía eran los tutoriales que vi en la tarde antes de ponerme a ver películas.

Pero nunca le decía que no a un empleo y menos uno donde pagaban tan bien, los empleos nocturnos eran mejor remunerados que los diurnos, ganaría casi el triple y eso estaba genial porque estaba ahorrando para mudarme a un lugar mejor, odiaba este basurero.

Para poder bañarme tenía que calentar agua en la estufa porque el calentador se había dañado hace años, además, las tuberías estaban tan oxidadas que tan sólo tocar el agua te daba tétanos.

Perdía casi una hora en eso, si quería estar en algún lugar puntual tenía que comenzar a arreglarme dos horas antes.

Una vez estuve lista era imposible que me pusiera a cocinar algo, nunca tenía tiempo de cocinarme algo decente y terminaba comiendo pizza fría o fideos instantáneos.

Maldije al darme cuenta que no tenía nada rápido para cenar, miré mi reloj y si salía rápido podría llegar al lugar donde vendían pizza de un dólar.

Tomé mi abrigo que estaba colgado, agarré mi bolso y tomé mi longboard que estaba en una de mis cajas de mudanza para salir de mi departamento y bajar corriendo las escaleras.

—¡No cierre!—grité casi sin aliento al ver a uno de los vecinos atravesar la puerta de la entrada, el señor se sobresaltó con mi grito pero al darse cuenta de que era yo, me sonrió amablemente y mantuvo la puerta abierta mientras yo salía corriendo—¡Gracias señor Sanders!—dije agitando mi brazo en el aire mientras me despedía de él y dejé caer la patineta en el suelo para subirme de un salto y rodar por la acera.

Hacía años que no utilizaba esto como medio de transporte y estaba orgullosa porque no había perdido la habilidad. Siempre usaba una bicicleta pero la mía se había arruinado y no tenía más opción esa noche que usar la longboard si quería estar a tiempo.

Compré dos Slice de pizza justo cuando estaban a punto de cerrar y me fui comiendo una en el camino mientras iba sobre la tabla pasando a las personas a toda velocidad, escuché alguno que otro insulto y sólo podía reírme.

Hace tiempo que no sabía lo bien que se sentía esto.

Llegué al lugar a tiempo y me acerqué a la puerta trasera, me bajé de la patineta y la elevé con mi pie para tomarla y dejarla bajo mi brazo.

—¿Eres tú llegando a tiempo a un lugar?—dijo mi amigo una vez me abrió la puerta y sonreí mientras terminaba de comer el slice de pizza.

—Debes darme crédito, Mike, casi me atropellan por andar subida en esto.—le mostré la patineta y él se echó a reír.

—Si te atropellan y sobrevives, podrías demandar al responsable y tendrían que darte mucho dinero...¿Te imaginas? no tendrías que trabajar.—subió sus cejas de manera juguetona y me eché a reír.

—No me des ideas.

Negué dejando mis cosas debajo de la barra y me saqué el abrigo.

—Wow...—dijo Mike y lo miré mal apuntándolo con mi dedo.

—Esto me parece denigrante y lo hago sólo por el dinero, pero si vuelvo a escuchar algo saliendo de tu boca refiriéndote a mi atuendo...te la voy a coser—Mike apretó los labios aguantando la risa.—No puedo creer esta basura—miré el cortó de la falda y negué varias veces.

Mi uniforme consistía en un chaleco blanco tan diminuto que dejaba mi abdomen afuera y mis pechos apretados, tenía que ponerme un moño negro en el cuello y usar una corta minifalda. Me parecía una completa estupidez puesto que los hombres tenían que usar un corbatín y camisa blanca.

—No me acordaba que escondías todo eso, me sorprendí, lo siento.—subió sus manos en señal de paz y lo fulminé mientras terminaba de arreglarme el uniforme.

—Me están sexualizando y los voy a demandar...luego de que cobre mi cheque.—ambos reímos y me agaché para abrir mi bolso y sacar los tacones, porque sí, era obvio que debía usar tacones.

Me quité mis tenis Retro 1 para dejarlas dentro de mi bolso y me apoyé del hombro de Mike para calzarme los tacones.

.....

Dios bendiga el internet, ¿Que sería de nuestras vidas sin nuestro amo, el internet?, ni siquiera necesitaba ser experta en preparar tragos, cuando un chico se me cercaba a pedirme algo y no sabía cómo prepararlo, buscaba rápido en internet como hacerlo y minutos después ya el trago estaba listo.

Me di cuenta de que cada vez eran más chicos los que se acercaban a pedirme tragos y por un momento creí que era porque les gustaba como los hacía, hasta que me di cuenta de que sólo se acercaban por mi atuendo.

En ese momento dejé de quejarme por mi uniforme, gracias a el había hecho como quinientos dólares sólo en propinas y el jefe de Mike se acercó para felicitarme porque nunca habían vendido tantos tragos en una noche.

—Dos mojitos y una ginebra con jugo de naranja—escuché la orden y asentí preparando los tragos de inmediato.

Una vez estuvieron listos me acerqué a la barra y reconocí a la chica, era la misma que andaba con Luke la otra noche, le sonreí amablemente mientras le entregaba los vasos esperando a que me reconociera pero no lo hizo.

—¿No te acuerdas de mí?.—pregunté mirándola, ella me escaneó con la mirada arrugando su frente y negó—Me abriste la puerta del condominio la otra noche.

—Mmm ya...—asintió lentamente con una sonrisa—¿Trabajas aquí?—dijo extrañada.

—Sí, hoy es mi primer día—nos quedamos en silencio por unos segundos y volví a hablar.—Los tragos van por la casa, después de todo te debo una.

Me miró sorprendida y luego sonrió, asintió probando su trago y tomó los otros para alejarse de la barra.

—Un gracias no estaría de más.—dije para mi misma y negué, la cortesía se había perdido en esta generación.

Los pies me dolían demasiado y necesitaba quitarme los zapatos y descansar, había pasado toda la noche sobre esos incómodos tacones y sentía que mis pies estaban a punto de reventar.

Ya casi nadie iba a pedir tragos así que le pedí permiso a Mike para salir a la calle y fumarme un cigarrillo, tomé mi abrigo y me quité los tacones para ponerme mis cómodas zapatillas y salí por la puerta trasera.

Estaba haciendo un frío descomunal y no entendía como las chicas que caminaban a esa hora por la calle podían estar tan descubiertas. Era absurdo.

Me apoyé de la pared mientras sostenía el cigarrillo entre mis dedos y dejé que el venenoso humo me relajara. Había sido una buena noche y con lo que había ganado en propinas terminaría de completar para mudarme.

Pero estaba demasiado cansada, quería dormir y fue cuando lamenté haber pasado la tarde viendo películas en vez de tomar una siesta.

Cerré los ojos por unos segundos, apoyando mi espalda de la pared y dejé salir el humo de mis pulmones disfrutando del pequeño momento de paz.

—¿Me prestas tu encendedor?.

Sʏᴍᴘᴀᴛʜʏ Fᴏʀ Tʜᴇ Dᴇᴠɪʟ | L. HemmingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora