22.

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Luke POV

—Odio que fumes—me atreví a decirle luego de verla encender su cuarto cigarrillo de la noche.

Me miró elevando una de sus cejas expulsando el humo de sus pulmones.

—¿Te molesta el olor?—negué.

—Me molesta que lo hagas, ¿sabes todo el veneno que te estás metiendo en el cuerpo?—soltó una risita ladeando su cabeza y apagó el cigarrillo a medio terminar contra el cenicero.

—Está bien, no fumaré mientras estés conmigo...además ya quería dejarlo.-sonrió subiendo sus pies al sofá y recostó su cabeza del respaldo para mirarme fijo—¿Qué es lo más terrible que has hecho en tu vida?.-preguntó divertida y comenzó a acariciarme la mejilla con el dorso de su mano.

—Salir con una chica menor de edad, aunque no sabía que era menor de edad—abrió los ojos sorprendida y reí—pero cuando lo supe, en vez de alejarme seguí con ella.

—¿Te metiste en problemas?.

—No, terminamos porque se volvió un poco monótona la relación y además me mudé aquí—tomé sus piernas dejándolas sobre las mías acariciándole el muslo.

—Yo también odio la monotonía, es lo peor que existe—hizo una mueca arrugando la nariz—Creo que todos la odiamos sólo que algunos pueden escapar de ella y otros no.-asentí de acuerdo con ella.

—¿Qué es lo peor que has hecho tú?.—se echó a reír levantando un poco su cabeza para mirarme.

—He hecho muchas cosas malas pero creo que de lo único que no me siento orgullosa es haber sido dealer de cocaína.-mis ojos se abrieron por completo, sorprendido ante aquella revelación.—Tuve un novio que era traficante y por un tiempo lo ayudé a distribuir—suspiró pesadamente.

—¿Consumías?.

—Sí, bueno a veces, no me volví adicta ni nada por el estilo.—negó sacudiendo la cabeza.—Una vez vi como le daba una golpiza a un sujeto que no le pagó, le debía demasiado dinero y lo dejó casi muerto, fue cuando decidí alejarme por completo de eso.

—Lo importante fue que tuviste la fuerza de voluntad para alejarte, no mucha gente lo logra—apreté su muslo suavemente mientras se lo acariciaba y la miré—No es tan terrible.

—Tuve suerte de que no me obligara a seguir con él, en el fondo era un buen chico, la verdad.

—¿Sabes que si es terrible?—ella me miró fijamente frunciendo ligeramente el ceño.—Que te hayas paseado todo el día por el departamento con esas lindas pantaletas provocándome y yo sin poder hacerte nada.

Mía se echó a reír estruendosamente y se levantó para acomodarse sobre mi regazo, rodeo mi cuello con sus brazos y comenzó a darme besos pausados en los labios. Bajé las manos dejándolas en su trasero y se lo apreté con ganas logrando que ella suspirara, me miró haciendo un puchero y mordió mi labio halándolo con sus dientes.

—No es mi culpa que sigas enfermo...—volvió a morder mi labio, esta vez un poco más fuerte y lo soltó luego de que le di una sonora nalgada.

—Creo que ya me siento mejor, de hecho.—dije ocultando mi cara en su cuello disfrutando de su delicioso aroma.

—Amor, hasta hace un par de horas seguías con fiebre...no puedes agitarte demasiado.—gruñí en protesta mientras dejaba besos en su cuello y la miré a los ojos.

—Entonces vístete porque mi fuerza de voluntad no es muy fuerte que digamos y estoy a punto de comerme ese hermoso trasero tuyo—volví a nalguearla en el mismo lugar que lo había hecho antes pero en vez de quejarse sólo provoco que un sonido placentero saliera de sus labios y cerró los ojos.

Sʏᴍᴘᴀᴛʜʏ Fᴏʀ Tʜᴇ Dᴇᴠɪʟ | L. HemmingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora