19.

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Me daba miedo andar por el vecindario de noche, pero Luke no atendía mis llamadas y estaba comenzando a preocuparme. Me armé de valor y caminé hasta su casa.

Armada con la navaja que Mike me había dado para que me defendiera, emprendí mi viaje hacia el dúplex de mi novio, desde que supe lo del asesino, me había vuelto paranoica, cualquier ruido me asustaba y no quería estar sola en mi casa.

Toqué su timbre y miré hacia los lados mientras esperaba que abriera, la luz de la sala se encendió y escuché pasos que se acercaban a la puerta, cuando esta se abrió, me encontré con la mirada de Jack.

—Hola Mía—saludó con una sonrisa y se la respondí.

—Hola...¿Luke está?.—Jack asintió dejándome pasar.

El ruido que hizo la puerta al cerrarse me asustó y pegué un leve saltito.

—Está arriba, tiene días enfermo—señaló la escaleras.

—¿Qué tiene?.

—No lo sé, no ha querido salir, tiene fiebre.—me preocupé demasiado y subí las escaleras corriendo hasta su habitación.

—Amor...—toqué la puerta un par de veces y al no recibir respuesta entré.

Todas las luces estaban apagadas, la habitación se veía en completo blackout, porque las cortinas estaban cerradas, el aire acondicionado estaba al máximo y me abracé a mi misma por el frío tan horrible que hacía ahí dentro.

Lo escuché toser y supe que estaba ahí, usé la linterna de mi celular para buscar el interruptor y encendí las luces.

Estaba boca abajo en la cama envuelto en su grueso sobrecama negro, lo único que sobresalía de este eran sus hermosos rizos dorados. Me acerqué lentamente y le acaricié el cabello, sus ojos se abrieron despacio y sonreí al verlo.

—Hola mi amor...

—Mía.—dijo sorprendido al percatarse de que era yo y trató de levantarse pero lo detuve.

—No te levantes.—negué besando su frente y comprobé su temperatura, estaba hirviendo.—¿Por qué no me dijiste que estabas enfermo?.

—No quería mortificarte.

—Que idiota eres—negué sonriendo.—Hay que bajarte la fiebre, ¿dónde tienes tus medicinas?.

—Abajo...en...en el baño de bajo.—se le hacía difícil hablar.

Sus labios estaban resecos por la deshidratación y sus ojos hundidos, se veía terriblemente mal.

—Ya vengo.—volví a besar su frente y él respondió asintiendo.

Bajé hasta el baño trotando por las escaleras y comencé a buscar entre los cajones su caja de medicinas.

—¿Qué estás buscando?.—Jack me hizo sobresaltar y pegué un saltito involuntario de nuevo.

—Mierda...—murmuré llevando una mano a mi corazón, sentía que estaba a punto de travesarme el pecho.—Estoy buscando las medicinas, Luke tiene mucha fiebre.—respondí una vez me tranquilicé y encontré unos frascos en la repisa detrás del espejo.

No dijo más nada y supuse que se había ido pero cuando cerré el espejo el estaba detrás de mi y chillé espantada. Dios mío, esto tenía que parar o me iba a morir de un infarto.

—¿Por qué estás tan paranoica, Mía?.—preguntó extrañado y me giré para verlo.

—¿No has escuchado las noticias?, hay un asesino suelto.—él se echó a reír y negó apoyándose del marco de la puerta.

Sʏᴍᴘᴀᴛʜʏ Fᴏʀ Tʜᴇ Dᴇᴠɪʟ | L. HemmingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora