10.

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Nuestros labios encajaron a la perfección manteniendo un ritmo lento, subí mis manos a sus mejillas y las apreté ligeramente, él sonrió y metió sus manos por debajo de mi chaqueta para sujetar mis caderas y apretarlas atrayéndome hacia él.

Delicioso, dulce, húmedo, era todo lo que me había imaginado y hasta más, subió sus manos por mi espalda y un escalofrío me recorrió el cuerpo entero.

Necesitaba más de él, no podía conformarme con un simple beso.

Me separé apenas y perfilé sus labios con mi lengua, la Mía mojigata se había ido de paseo y esperaba que se quedar por allá un tiempo. Comencé a dar pequeñas succiones por toda su quijada, bajé hasta su cuello y me quedé ahí un rato, besándolo y rozando ligeramente mi nariz, sonreí al escuchar un suspiro de su parte y levanté la cara para mirarlo.

—¿Seguro que debes irte?. —acaricié su nuca lentamente con mis uñas.

—La verdad es que ya se me olvidó lo que tenía que hacer. —reí ladeando mi cabeza.

Entrelacé nuestros dedos y entré a mi condominio para subir las escaleras con él hasta el tercer piso. Una vez estuvimos dentro del departamento, supe había sido una mala idea porque no tenía muebles, acababa de mudarme apenas esa tarde y todo estaba en cajas.

Fail.

Solté la mano de Luke para sacarme la chaqueta y lo miré.—Creo que no lo pensé muy bien—hice una mueca guardando mis manos en los bolsillos trasero de mis jeans.—Ni siquiera me han llegado los muebles.—él se echó a reír.

—¿Y piensas que se necesitan muebles para follar?.—me sorprendí ante su comentario tan directo pero luego me eché a reír, él tenía razón, para follar sólo se necesitaban las ganas y pues las ganas me sobraban.

Me quité la camiseta por encima de mi cabeza dejando mis pechos completamente expuestos ante su mirada, me quité los tenis y desabotoné mis jeans para bajarlos y terminar de sacarlos con ayuda de mis pies.

Caminé lentamente hasta él y subí mis manos por todo su pecho hasta sus hombros, metiéndolas por debajo de su chaqueta, quité la prenda deslizándola por sus brazos y comencé a besar su cuello rozando mi lengua por su piel.

Di un paso hacia atrás y él mismo se quitó la camiseta, sonreí ante lo que estaba viendo mis ojos y acaricié todo sus torso con mis uñas al mismo tiempo que besaba sus labios.

Mis pies se elevaron del suelo rodeando su cintura con mis piernas mientras él me cargaba, apretó mis muslos y comenzó a caminar hasta que sentí mi espalda chocar con la pared.

Sus manos apretaron mi trasero con fuerza y gemí ladeando mi cabeza, dándole el espacio suficiente para que atacara mi cuello con sus exquisitos besos. Mis manos se hundieron en su hermoso cabello, era tan suave y la sensación sedosa entre mis dedos era deliciosa.

Respiré profundo en cuanto sentí su lengua bajar por mi clavícula hasta quedarse en mis pechos, sus manos apretaron de nuevo mi trasero y volví a gemir al instante en que su boca hizo contacto con mis pezones.

Los mordía y succionaba sacándome varios gemidos mientras mis manos se mantenían clavadas en su cabello. Estaba a punto de correrme y ni siquiera me había tocado lo suficiente, eran tantas las ganas que tenía de estar con él que el simple roce de su piel contra mía me hacía estremecer.

Mis pies volvieron a tocar el suelo y aprovechó en ese momento para bajarme la ropa interior y deshacerse de ella. Yo estaba al borde de un colapso y no soportaba que estuviera siendo tan delicado porque amaba el sexo rudo y que se tomara todo con calma me estaba desesperando.

Saqué el botón de sus pantalones y tiré de ellos hacia abajo con desesperación provocando las risas de Luke, lo miré apoyando mi espalda de la pared.

—Perdón si estoy actuando como una violadora, pero es que en serio quiero tener sexo contigo y me estoy desesperando.

—Tienes un cuerpo hermoso y sólo estaba tomándome mi tiempo para disfrutarlo. —me guiñó el ojo dejando un beso en mi hombro y sujetó mi cintura haciendo que me diera la vuelta.

Le di la espalda apoyando mis manos de la pared y cerré los ojos deleitándome con cada beso que le daba a mi cuello, hizo su propio camino desde mi hombro hasta mi oreja y se quedó ahí unos segundo, respirando despacio, mordiendo mi lóbulo.

Separó mis piernas y sentí su erección chocar contra mi trasero, me moví para sentirlo un poco más y un sexy gruñido se le escapó de los labios, música para mis oídos.

Giré mi cara para encontrarme con sus labios y cuando comencé a besarlo sentí como me penetraba lentamente.

Era sumamente delicioso, se hundió un poco más y fue cuando tuve que romper nuestro beso para gemir nuevamente. Se sentía increíble, cada movimiento que daba me llenaba por completo y no podía evitar gemir de la forma que lo hacía.

Y apenas estaba comenzando.

Bajó una mano hasta mi cintura apretándola con fuerza mientras la otra la mantuvo en mi nuca. Comenzó a moverse más bruscos, tomando cada vez más impulso mientras me mantenía aferrada a él, su pelvis chocaba contra mi trasero provocando ese golpe seco que ni mis gemidos, a pesar que eran fuertes, lograban opacar.

La mano que tenía en mi nuca la rodó hasta mi cuello y comenzó a asfixiarme presionando sus dedos con demasiada fuerza, cuando comenzaba a toser me soltaba de inmediato y disminuía los movimientos de su cadera hasta que recuperaba de nuevo el aliento y volvía a ser brusco.

Simplemente me encantaba, su brusquedad me estaba enloqueciendo, amaba que fuera así de rudo, que me tuviera por completo bajo su control. Los ojos se me llenaron de lágrimas mientras él me asfixiaba y ya mis piernas no podían más, comenzaron a temblarme y estaba a segundos de correrme.

Él lo notó y luego de soltar mi cuello y dejar un par de besos en el, se separó enredando mi pelo en un puño y tiró de él haciéndome arquear la espalda. No pude aguantar más y me corrí gimiendo tan fuerte que hizo eco en la habitación vacía. Continuó moviéndose un rato más y soltó mi cabello para apretar mi trasero, lo escuché gemir soltando una maldición y a los pocos segundo lo sentí correrse.

No podía creérmelo, ¿Cómo es que había retrasado tanto esto?, decir que fue el mejor polvo de mi vida era poco. Era la primera vez que me dejaban sin aliento, las piernas me temblaban como gelatina, no podía estar ni un segundo más de pie.

Me tiré en el suelo para intentar controlar mi respiración, no era multi-orgásmica pero estaba segura de que había tenido por lo menos dos orgasmos.

—Carajos...—fue lo único que pude decir y ambos nos echamos a reír, él se tiró en el piso, a mi lado y me abrazó por la espalda dejando delicados besos en mi hombro.

Estábamos sudando, sentía las gotas de sudor resbalando por mi piel. Me relajé gracias a sus besos y sentí como iba bajando su mano por mi abdomen hasta dejarla en mi vagina.

Me estremecí porque seguía demasiado sensible gracias a la fricción y de hecho me dolía un poco. Rozó despacio sus dedos manteniendo sus labios pegados en la curva de mi cuello y me quejé bajito cuando hizo presión con sus dedos en mi clítoris.

—¿Te duele? —Asentí sin abrir los ojos. —¿Quieres que te ayude con eso?.— su voz ronca en mi oído era suficiente afrodisíaco como para que las ganas de seguir volvieran, asentí mirándolo por encima de mi hombro y sonrió dejando un beso en mis labios.

— su voz ronca en mi oído era suficiente afrodisíaco como para que las ganas de seguir volvieran, asentí mirándolo por encima de mi hombro y sonrió dejando un beso en mis labios

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Sʏᴍᴘᴀᴛʜʏ Fᴏʀ Tʜᴇ Dᴇᴠɪʟ | L. HemmingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora