12.

1.6K 138 52
                                    

En el trascurso de la cena me enteré de Jack venía a pasarse unos días aquí y se quedaría con Luke. El motivo de eso no lo supe, pero le preguntaría a Luke luego. Él estaba comiendo en silencio, de vez en cuando respondía a lo que Jack le preguntaba, pero respuestas cortas y precisas, odiaba cuando estaba así.

—Me enteré que te vas a casar.—Comenté para hacer conversación y Jack dejó de masticar para mirarme raro.

—¿Qué me voy a casar?.—asentí mirándolo también.—¿De dónde sacaste eso?.

—Pues...—lo miré con extrañeza y luego miré a Luke, tenía la vista fija en su plato mientras masticaba perezosamente.—Me dijo Luke.

Jack se echó a reír y negó con la cabeza.

—No sé de donde él habrá sacado eso, pero mi última relación seria fue hace dos años...no voy a casarme ni pienso hacerlo, no te preocupes.—me guiñó el ojo.

Volví a mirar a Luke quien observaba a su hermano sin pestañar, cuando se dio cuenta de que lo observaba, posó su mirada en mí.

Me había mentido y no entendía porque lo había hecho, era una tontería, lo sé, pero odiaba las mentiras por muy blancas que fueran.

—¿Y tú, estas casada?.—de nuevo volví a fijar mi atención a Jack, negué mientras metía un bocado de ensalada en mi boca.

—No, estoy soltera y pretendo quedarme así por un largo rato, no soporto a los hombres mentirosos.—lo dije refiriéndome a Luke, lo miré de re ojo y noté que estaba comenzando a ponerse tenso.—El ultimo idiota con el que estuve, me dejó en bancarrota.

—Mierda.—dijo Jack abriendo los ojos sorprendido.—¿Te estafó?.

—Vació todas mis cuentas bancarias, me robó cosas y embargaron mi antiguo departamento.

—¿Pero lo denunciaste con la policía?

—Claro...pero la policía es demasiado inútil.—Jack negó completamente indignado con mi historia.

Luke se levantó de la mesa, tomando su plato y le preguntó a Jack si podía recoger el suyo, tomó ambos platos y se dirigió a la cocina perdiéndose por la puerta.

—¿Por qué se comporta así?.—quise saber y miré a Jack en busca de respuestas, él se encogió de hombros.

—Después del accidente, no volvió a ser él mismo...se golpeó fuerte, que esté aquí ahora es un milagro porque los doctores decían que no iba a despertar.—el corazón se me arrugó en el pecho al escuchar todas esas cosas y me sentí demasiado mal por juzgarlo.

—A veces siento que son dos personas completamente diferentes.—Jack me miró.—Nunca me ha tratado mal ni nada pero...cuando está serio me da un poco de miedo.—confesé mordiendo mi labio y Jack se echó a reír.

—Luke da tanto miedo como un conejito.—reí y volví a mirar hacia la cocina.—Sólo tienes que saberlo llevar y entender que cuando se comporta raro no es por su culpa.

.....

Mi departamento ya se veía como un hogar, por fin tenía un espacio para leer y uno para pintar. Luke y Jack me habían ayudado a armar los muebles de la sala y a pintar las paredes.

Sólo faltaba decorar mi habitación pero eso lo había dejado para lo último, cuando puse el ultimo cojín en mi sofá nuevo me sentí satisfecha, todo lo que estaba ahí lo había logrado sola, había comenzado desde cero y a pesar de que fue horrible tener que trabajar hasta partirme la espalda se sentía agradable saber que todo eso me lo había ganado a pulso.

Eran de esos días donde me sentía inspirada, me senté en el marco de mi ventana con mi libreta de diseños en las piernas y comencé a dibujar en ella, hace meses que no diseñaba nada y no entendía porque había dejado pasar tanto tiempo.

Amaba los abrigos, casi siempre diseñaba abrigos, eran como mi sello personal y a pesar de que mi estilo era más urbano siempre me las arreglaba para colocarle abrigo a todo.

Paré para descansar y encendí un cigarrillo, desde mi ventana se podía ver casi todo el vecindario, incluso podía ver el dúplex de Luke. No lo había visto desde ayer en la mañana porque desde que Jack llegó estaba siempre ocupado.

Además me había dicho que los exámenes habían comenzado y se la pasaba estudiando casi todas las noches, extrañaba pasar el tiempo con él, me había mudado para tenerlo cerca y aún así lo veía menos que antes.

Suspiré botando el humo de mis pulmones pero me sorprendí de inmediato al bajar la mirada hasta la calle y ver a Luke estacionándose frente a mi puerta.

Lo había llamado con el pensamiento.

Escuché el timbre en el intercomunicador y fui corriendo hasta el para responderle.

—¿Quien?.—pregunté con una sonrisa.

—El único que tiene derecho a visitarte.

—¿Joe Jonas?.—reí cubriendo mi boca y lo escuché reír a él también.

—El mismo, ¿me dejas pasar?.

—No lo sé, parece falso, cántame algo.—dije en broma, me sorprendí porque no me esperé que lo hiciera, comenzó a cantar una canción de los Jonas Brothers pero lo más impresionante no era que se sabía la letra si no su impecable voz.—Rayos, sube. —apreté el botón para abrirle la puerta y salí corriendo a cambiarme.

Aun tenía puesta la pijama y no quería que me viera así, me puse un top rojo, unos shorts de mezclilla y troté hasta la puerta mientras me hacía una cola de caballo, me miré en el espejo antes de abrirle y peiné rápido mis cejas con mis pulgares en un pobre intento por arreglarme.

—No sabes, encontré a Joe Jonas allá abajo y lo corrí.—dijo al instante en que abrí la puerta y me eché a reír dejándolo pasar.

—Venía a visitarme ¿por qué lo corriste?.—hice un puchero y cerré la puerta apoyando mi espalda de esta.

—Porque nadie puede visitarte, excepto yo.—puso sus manos a cada lado de mi cuerpo acorralándome contra la puerta, sonreí abrazándolo por el cuello y lo atraje hasta mis labios para besarlo.

Extrañaba sentir sus labios contra los míos, extraña su lengua rodeando la mía, sus besos sabor a vainilla. Subió una de sus manos hasta mi cuello y comenzó hacer presión suavemente, hundiendo su dedo pulgar en mi tráquea mientras que sus labios se devoraban los míos.

Era extasiante, hasta con un simple beso me hacía delirar, parecía una quinceañera inexperta.

Dejó de hacer presión en mi cuello pero me mantuvo sujeta mientras que con su lengua acariciaba mi mejilla, hincó ligeramente sus dientes en mi piel y luego rozó la punta de su nariz hasta mi oreja.

—Hueles delicioso.—ronroneó y su simple voz me hacía doblar las rodillas.

—¿Vienes a comerme?.—se separó de mi oreja para mirarme a los ojos y sonrió mientras delineaba mi quijada con su pulgar, lo rozó por mis labios separándolos un poco y lamí su dedo mientras lo miraba a los ojos.

Metió su pulgar en mi boca, acariciando mi lengua y lo succioné despacio mientras él lo movía en mi boca, metiéndolo y sacándolo varias veces.

—El diablo se come a las niñas malas...

—El diablo se come a las niñas malas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Sʏᴍᴘᴀᴛʜʏ Fᴏʀ Tʜᴇ Dᴇᴠɪʟ | L. HemmingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora