31.

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—Te tengo una sorpresa de cumpleaños.

Comentó rompiendo con aquel silencio que tenía ya un rato, sonreí sin apartar la vista de mi libro.

—Tus sorpresas me asustan un poco.—lo escuché reír y miré hacia su dirección.

Se veía tan sexy con sus gafas de sol, en realidad se veía sexy de cualquier manera.

Estábamos en la playa disfrutando de la hermosa tarde soleada, para ser domingo la playa estaba bastante vacía, quizás se debía porque las personas no concurrían demasiado esa playa por ser el lugar favorito del asesino para abandonar sus cuerpos.

Luke estaba relajado tomando el sol recostado sobre su toalla y yo estaba recostada boca abajo leyendo un libro, no podía imaginarme nada más relajante que esto, disfrutaba demasiado estos momentos de calma junto a él, donde el silencio no se volvía incomodo, donde cada quien estaba en lo suyo sin sofocar al otro demasiado.

Nuestra relación era demasiado perfecta.

—Esta te va a gustar, lo sé.—subió sus gafas para mirarme y le sonreí.

—Espero seas tú, cubierto de mantequilla de maní.—subí mis cejas juguetonamente y me eché a reír.

—Que asqueroso sería eso, Mía.

—¿Es en serio?.—lo miré por encima de mis gafas.—Te gusta la sangre y destripar a la gente pero te parece asquerosa la mantequilla de maní...no tiene mucho sentido.—sonrió bajando sus gafas de sol de nuevo.

—Es que soy alérgico al maní.—se encogió de hombros.

—¿En serio?.—Asintió y lo miré sorprendida.—¿Por qué nunca me lo habías dicho?, yo adoro la mantequilla de maní, ¿te imaginas que te hubiese preparado algo con mantequilla de maní y te intoxicaras?.

—El mundo sería un lugar mejor.—respondió tranquilamente.

—No me parece gracioso.

—No trataba de ser gracioso.—sonrió mirando hacia mi dirección y negué.

—¿A que más eres alérgico?.

Dejé mi libro a un lado marcando antes la página en donde me había quedado y me senté al estilo indio sobre la toalla.

—Creo que sólo al maní...me inflo como pez globo.—infló sus mejillas y reí por lo tierno que se vio.—¿Y tú?.

—Que yo sepa a nada...—negué con la cabeza.—Así que el maní, es tu Kriptonita...—lo miré con malicia y se echó a reír.

—Tú eres mi Kriptonita.—subió una mano por mi pierna y comenzó a acariciarla lentamente.—Me gustan tus gafas...de Lolita.

—Nadie se resiste a mis lentes de corazón...ni siquiera tú.—negué riendo y me incliné hacia él para besar sus labios.—Además lo estoy leyendo.—tomé mi libro para mostrarle la portada.—Bueno, releyendo.—aclaré dejando el libro de nuevo en su sitio.

—¿Y el libro de Pablo Neruda que te regalé?.—dijo apretando mi rodilla.

Veinte poemas de amor y una canción desesperada.—reí al pronunciar aquel nombre tan peculiar.—Ya lo terminé.

—¿Y qué te pareció?.

—Me gusta su lirica, es interesante cómo se expresa del amor, es como si le doliera amar, son poemas de amor pero entre líneas se siente su agonía.

—De eso se trata la poesía, de leer entre líneas.—asintió subiéndose las gafas para mirarme.— "Es tan corto el amor y tan largo el olvido".­—recitó con su bella voz y sonreí.—Cuando lo leí por primera vez esa fue una de las frases que más me atraparon, él se expresa del amor de una manera muy original, como si fuese una reliquia que debe ser cuidada y que si no se atesora de la forma correcta, eso que te da infinita felicidad puede convertirse rápido en dolor perpetuo.

No podía quitar mis ojos de los suyos, cada vez que hablaba con tanta pasión sobre un tema caía en una especie de trance, siempre estaba dispuesta a escuchar lo que tenía para decir porque sus opiniones eran tan exquisitas que te nutrían el alma.

Luke era como un alma vieja atrapada en el cuerpo de un hermoso joven de veintidós años, una de las cosas que más me gustaban de él era que, para su edad era demasiado maduro, sus opiniones acerca de ciertas cosas me parecían fascinante y no olvidemos su exquisito gusto de literatura, es que, ¿qué chico de veintidós años se apasiona tanto por la poesía como él lo hacía?.

—¿Cómo es posible que puedas hacerle el amor a mi mente, a mi cuerpo y a mis oídos?.

Se echó a reír y se incorporó quedando frente a mí.

—Y a tu alma...recuerda que tu alma me pertenece. —sostuvo mis mejillas en sus grandes manos y besó delicadamente mis labios.—Atesoraré tu amor, para siempre.

—Atesoraré tu amor, para siempre

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Sʏᴍᴘᴀᴛʜʏ Fᴏʀ Tʜᴇ Dᴇᴠɪʟ | L. HemmingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora