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Nos convertimos rápidamente en la sensación de internet y no me sorprendió.

A Mía le encantaba, sobre todo cuando la paga comenzó a llegar, decía que, si hubiese sabido que teniendo sexo ganaría tanto, nunca hubiese hecho todos esos trabajos de medio tiempo que hacía antes.

Ella era excelente, no tenía que preocuparse por trabajar y eso la tenía más que feliz porque podía dedicarse a otras cosas. Se tomó tan en serio su papel que hasta habilitó una especie de cuarto de "tortura" en la habitación libre que tenía en su departamento.

Ahí grabábamos la mayoría de nuestros vídeos, lo hicimos a prueba de ruidos y lo decoró con diferentes elementos de tortura.

Mía mantenía saciada la bestia que habitaba en mi y no sabía hasta que punto eso era bueno. A veces sentía que podría lastimarla de más y terminaría matándola.

Pensar en eso no me dejaba tranquilo.

Ella confiaba demasiado en mí y me parecía una locura, sabiendo lo propenso que era a romperle el cuello en cualquier momento. Creo que ella lo sabía y que eso era lo que le gustaba, Mía tenía tantos problemas mentales como yo y esa combinación podría ser peligrosa.

No para nosotros si no para el resto del mundo.

Después de grabar, Mía quedaba demasiado agotada y le gustaba meterse en bañera conmigo. La llenábamos con agua caliente, ella encendía velas, buscaba su libro favorito y se sentaba entre mis piernas para leer mientras le pasaba una esponja por la espalda.

—Mira lo que encontré.—entró al baño mostrándome un enorme álbum de fotos.—Estaba en las cosas de mi abuela.—se metió conmigo en la bañera y la abracé por la espalda dejando un beso en su hombro.

—¿Nunca lo habías visto?.

—Sí, ella me lo mostraba siempre cuando era pequeña...pero hacía mucho tiempo que no lo veía.—abrió el álbum y en la primera pagina había una fotografía antigua.—Esta es su foto de bodas, mira qué lindo su traje.—sonrió señalándome la foto.—Las bodas tradicionales sintoístas son hermosas, es la única vez que puedes vestirte como si fueras de la realeza.

—Se parece mucho a ti.—asintió con la misma sonrisa.

—Este es mi abuelo, ella decía que mi abuelo era descendiente de samuráis, por eso siempre era tan disciplinado y que mi madre había sacado su carácter...¿Ves su extraño atuendo?.—Señaló a su abuelo y asentí.—Es el kimono típico formal de un samurái, se llama kamishimo.

—Ya...—asentí escuchando atentamente su relato.—¿Y cómo se llama esa cosa que tiene tu abuela en la cabeza?.—ella se echó a reír.

—Se llama Wataboshi, es el equivalente a un velo de novia.

—El kimono de tu abuela se parece un poco al que hiciste para tu colección.

—Lo sé, lo hice inspirado en su traje de bodas, el blanco y el rojo representa la pureza y la buena suerte.—pasó la pagina y en la siguiente estaba una foto de su abuela con un bebé en los brazos.—Aquí está mi mamá en el funeral de mi abuelo, ella sólo tenía meses...tiempo después mi abuela se mudó a aquí, a Estados Unidos.

—¿Por qué se mudó aquí?.

—Por la guerra, tomó a mi madre, algunas cosas y se vino.—pasó la pagina de nuevo y suspiró.—Esta es ella con su familia, nunca volvió a verlos, ella siempre me contaba sobre su madre y sus hermanos, este de aquí era su padre, fue un coronel de las fuerzas militares.

—Aquí se parece mucho a ti.—dije sorprendido al darme cuenta del parecido que tenía con su abuela.

—Mi abuela era maravillosa.—suspiró mientras pasaba las páginas y se mantuvo callada mientras observaba las fotos.

—Ya lo creo...—musité dejando besos en su hombro.—Tú también eres maravillosa.

—Eres la única persona que lo cree.

—No estoy tan seguro de eso.—hablé contra su hombro abrazándola por la espalda.

—Quiero que mi madre esté orgullosa, que mi padre lo esté...honrar a mi abuela, terminé siendo un fiasco.

—Oye, claro que no eres un fiasco, Mía.

—¿Sabes cuál era mi mayor temor?, llegar a mi edad y no ser nadie.

—Eres muy talentosa en todo lo que haces, eres una diseñadora increíble, lo que haces con las manos es impresionante, tienes demasiadas cualidades buenas, tantas que no me alcanzaría la noche para enumerarlas.

Ella cerró el álbum, dejándolo a un lado para que no se mojara y me miró por encima de su hombro.

—Tenemos que ir por Logan.—dijo segura mirándome fijamente a los ojos.—Tiene que pagármelas...por su culpa no pude terminar mi carrera a tiempo, mi vida se arruinó, ni siquiera pude ir a visitar a mi abuela cuando estuvo enferma, tampoco pude estar en su funeral.

—¿Qué tienes planeado?

—Cazarlos, a él y la puta esa, en la noche de halloween.—sonrió de lado.—Es su época favorita.

—La daremos la peor noche de halloween que ni Michael Mayer se atrevería a tanto, se escandalizaría.—Mía soltó una carcajada y se acercó a mis labios dándome un corto beso.

—Haré unos disfraces dignos de sus pesadillas. 


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Sʏᴍᴘᴀᴛʜʏ Fᴏʀ Tʜᴇ Dᴇᴠɪʟ | L. HemmingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora