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Estaba pasando por el peor día de mi vida. ¿Recuerdan el meme de Brian con mala suerte? pues ese chico era el más afortunado si lo comparaban conmigo.

Bufé frustrada golpeando mi frente una y otras ves con la puerta de la entrada de mi condominio, ya tenía cinco horas ahí y ni un solo vecino se había dignado en entrar o salir esa noche.

Resignada, saqué la cajetilla de cigarros de mi abrigo, busqué el encendedor y comencé a fumar tomando asiento en uno de los escalones de la entrada. La actividad más divertida que encontré fue ver a los autos pasar y escuchar las conversaciones de las personas que pasaban por la calle y entraban al restaurant de comida china que quedaba debajo de mi edificio.

Vi una luz de esperanza cuando una pareja cruzó la calle y se acercaban hacia mi, apagué el cigarrillo con la suela de mi zapato y me levanté de un brinco.

—Gracias al cielo.—exclamé en voz baja y tomé todas mis cosas esperando a que abrieran la puerta por fin.

—Buenas noches.—dijo la chica y le respondí amablemente.

—Eres mi salvación, llevo cinco horas aquí esperando que alguien se digne a abrir.—la chica soltó una pequeña risa.

—¿Y tus llaves?.—dijo jugando con el manojo de llaves que tenía en sus manos.

—Pues...—estaba a punto de responderle cuando el chico que estaba con ella pronunció mi nombre.

—¿Mía Renhart?—fruncí el ceño, no lograba verlo en la oscuridad y la poca luz que alumbraba la calle no era de mucha ayuda.

El chico se echó a reír al ver mi cara de confusión y dio varios pasos hasta quedar frente a mí, ahora sí podía verlo perfectamente.

Rayos.

—¿Jack?.—cuestioné sin estar segura de reconocerlo.

—Casi...soy Luke, ¿Te acuerdas?.—mis ojos se abrieron como platos, seguro parecían dos huevos fritos.

Recorrí el chico con la mirada sin poderme creer que era él, el mismo Luke Hemmings, sin duda estaba más alto y delgado desde la última vez que lo vi.

—¡Luke Hemmings!.—arrojé mis cosas al suelo y lo estreché contra mis brazos.—Como has crecido, dios mío eres idéntico a tu hermano...bueno, eres su versión mejorada.—el chico se echó a reír de nuevo y bajó un escalón para quedar a mi altura.

Estaba guapísimo, vaya que sí.

—¿Me perdí de algo?—dijo la chica que estaba presenciando todo aquello y fue cuando recordé que estaba ahí.

—Vanessa, ella es Mía, fue mi niñera hace años—la muchacha me escaneó con la mirada enarcando una de sus delgadas cejas.

—Mucho gusto—le extendí mi mano y ella la aceptó regalándome una sonrisa.

—Bueno, voy a subir a ver que todo esté en orden...¿Me esperas aquí?—habló refiriéndose a Luke y el asintió sin quitarme la mirada de encima.

—Yo tengo que entrar también.—dije señalando la puerta y Luke subió los escalones para mantener la puerta abierta mientras yo recogía mis cosas.

—¿Vives aquí?.—Asentí acomodando mi mochila al hombro.—¿Y tus llaves?—preguntó extrañado.

—Las perdí, esta mañana, me despidieron del trabajo, mi bici fue aplastada por un camión, manché mi blusa favorita con café y para ponerle la guinda al pastel, perdí el cheque de mi liquidación.—bufé entrando al edificio y pude notar que Luke estaba conteniendo las ganas de reírse. —Ríete si quieres, no me molesta, yo también me burlaría de mi desfortunio.

—Lo siento.—dijo negando entre risas y tomó las bolsas de comida que tenía en mis brazos.—Es que te pasó de todo, ¿has visto esa película que es con Lindsay Lohan?.—negué contagiándome de su risa mientras subíamos las escaleras—Creo que se llama cuestión de suerte, deberías verla, hiciste que la recordara, a ella le pasa de todo en la película.

—La buscaré esta noche para verla, ya que no tengo nada mejor que hacer un viernes por la noche—subí mis cejas de manera divertida—¿Tu novia vive aquí?, es primera vez que la veo.

—No es mi novia y no, aquí vive es su tía abuela que está muy anciana y debe venir para saber si todo está bien.

—Para saber si respira...—agregué y Luke asintió entre risas.—Seguro es la señora Henrietta, es la única anciana que vive aquí aparte de mi.

—Que exagerada, tú no eres una anciana Mía.—negó frunciendo el ceño.

—No me sentía anciana hasta hoy, la última vez que te vi me llegabas como por aquí.—puse la mano en mi cintura y negué subiendo el último escalón.—Creciste muchísimo.—caminé hacia mi puerta y comencé a escarbar en la maceta que estaba en la ventana del pasillo para recordar en donde había enterrado mi llave de repuesto.—¿Cuántos años tienes ya?.

Lo miré mientras quitaba la tierra con las manos y él me sonrió.

—Veintidós.

—Mmm...—hice mis cuentas ayudándome con los dedos porque era pésima para hacer sumas mentales.—Tenías como unos diez años, cuando te cuidaba.—dije sorprendida sin poderme creer que el niño gordito y parlanchín sea este hermoso sujeto en mi puerta.

Cálmate mía, no seas una pedófila.

Encontré las llaves luego de sacar casi toda la tierra y logré abrir la puerta, sentí paz cuando por fin pisé la madera vieja de mi piso y veía las paredes mohosas de mi departamento.

—¿Cómo está tu familia?.—Quise saber mientras le quitaba las bolsas de las compras y las dejaba sobre la mesa de la cocina.—¿Quieres té?.

Luke estaba en medio de la sala detallando cada rincón de mi pequeño apartamento, me dio un poco de vergüenza porque estaba hecho un desastre.

—Sí quiero.—asintió regalándome una sonrisa y puse a llenar la tetera mientras acomodaba los víveres en la nevera.—Mi familia está bien, bueno mis padres se divorciaron hace como tres años.—lo miré rápido, completamente sorprendida y él se encogió de hombros.—Está bien, de hecho fue lo mejor, peleaban mucho, así cada quien está en paz y se llevan mejor.—se acercó al rincón donde tenía mi pequeño estudio de arte y tomó uno de mis libros de diseños.—¿Son tuyos?.

—Sí.—asentí mientras colocaba la tetera en la estufa y volví a sala con él.—Me gusta pintar es mi forma de escape y también me gusta el diseño de modas, así que en una loca idea uní arte y diseño y esa iba a ser mi tesis de grado en la escuela de diseño.—me quité el abrigo dejándolo colgado cerca de la puerta y miré la enorme mancha en mi blusa.—Genial.

Bufé molesta viendo que había perdido la blusa que tanto amaba y comencé a sacar los botones de esta mientras me dirigía a mi habitación.

Sʏᴍᴘᴀᴛʜʏ Fᴏʀ Tʜᴇ Dᴇᴠɪʟ | L. HemmingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora