Epílogo

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In memory  Of 
Amelia  Renhart

Your eyes are swallowing me.

Mirrors stars to whisper.

Shadows start to see. 

My skin's smothering me

Help me find away to breathe

🔪

Michael POV

Era la primera vez que visitaba a Mía en el centro psiquiátrico en dónde la habían internado. La habían declarado incapaz mentalmente  y como un peligro para su propia integridad física cuando intentó suicidarse más de cinco veces.

Ni siquiera la pudieron juzgar ante una corte judicial por todos los asesinatos que ella y Luke habían hecho, la defensa alegó demencia y es que nada más con ver el estado en el que Mía se encontraba fue suficiente para el jurado. 

Duró un mes entero en el hospital, tratando de sanar sus heridas. La tenían amarrada en la cama porque cada vez que la sedaban, ella de alguna manera lograba despertarse y trataba de mutilarse.

Me dolía verla así y estuve evitando este momento.

La extrañaba, la extrañaba como a nada en este mundo y tenía la esperanza de que algún día lograra recobrar la consciencia y recuperarla. Aunque sabía que eso sería imposible.

—No te alarmes si la ves atada. La mantenemos así para que no se haga daño.—asentí.—¿No tienes nada filoso, ni cinturón, ni llaves? .—negué mientras el guardia que custodiaba la puerta me requisaba.—Hoy a estado tranquila...—suspiré le sonreí apenas.

Me dejó el paso libre indicándome el camino que debía tomar. Entré a la pequeña habitación y tomé asiento, estaba ansioso de verla, sólo podía pensar en  estar junto a ella y abrazarla.

Minutos después la puerta se abrió  revelándome a Mía siendo custodiada por dos enfermeros. Sonreí con melancolía al verla de nuevo, después de tanto tiempo. La ayudaron asentarse quedando frente a mi mirándome directo a los ojos.

Su mirada estaba perdida, sus ojos rojos y horribles bultos debajo de ellos que me hicieron entender su falta de sueño. Probablemente tenía días sin dormir, un bonito choker le decoraba el cuello ocultando la cicatriz que se había hecho ella misma hace meses.

Sus labios estaban resecos y murmuraba cosas que no lograba entender, parecía otro idioma. Miró todo a su alrededor y sonrió de repente.

—Hola, Mía.—me animé en saludarla aunque no esperaba respuesta de su parte. Ella me miró y volvió a sonreírme.

—Michael...—dijo en un susurro que apenas pude escuchar y sentí un brillo de esperanza cuando me reconoció.—Ayúdame.—masculló y de nuevo se puso hablar en otro idioma.

—¿Podrían soltarla?.—le pregunté a los chicos que la estaban custodiando, ambos se miraron y asintieron liberando a Mía de la camisa de fuerza.

Sonrió feliz mientras miraba sus manos y yo quería llorar al ver sus brazos lleno de cicatrices horribles. Traté de sujetar sus manos y al parecer eso le gustó porque apretó las mías ligeramente y se quedó mirando nuestras manos juntas.

Sʏᴍᴘᴀᴛʜʏ Fᴏʀ Tʜᴇ Dᴇᴠɪʟ | L. HemmingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora