Capitulo XXXVI | Un cielo para dos.

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Tatiana



Allí estaba él. Mi corazón comenzó a latir con velocidad y nerviosismo con presenciar tan solo su presencia. De pie, derecho y de brazos cruzados con su cadera levemente inclinada hacia la derecha. Alzaba una ceja al observarme tan serio como curioso. Tragué saliva, y agaché la mirada solamente para levantarla segundos después con el doble de fortaleza.

—Quiero...¡Quiero que Andrey se quede con nosotros hasta que aparezca su familia!.—Clamé firmemente, observando al pelirrojo chocando de frente con el tono turquesa de su iris.

—¿Andrey?.—Inquirió confuso sin perder la compostura.

—Yo le he dicho lo mismo.—Habló el castaño poco antes de marcharse dejándonos a ambos.

—Así lo llamé.—Indiqué, haciendo referencia al bebé.

—¿Lo adoptaste por un par de días sin siquiera consultarlo conmigo?.—Declaró frunciendo levemente el entrecejo. Por mi parte solo deje salir un suspiro cansino y apenado, mientras rozaba el dorso de mi mano sobre la mejilla del infante soñador. — Siquiera fuiste capaz de dejarme escogerle nombre.—Chasqueó la lengua dándose la media vuelta. Aquello pareció inyectarme de emoción y adrenalina en menos de un segundo.

—¿¡Eso significa que podrá quedarse en casa con nosotros?!. —Inquirí emocionada con todo el reflejo de la ilusión en mi mirada.

—Sí. Estoy de acuerdo.—Aseguró cruzado de brazos. Mientras daba prácticamente brincos de alegría sosteniendo a Andrey, una media sonrisa se dibujó en el pelirrojo.—¿Sabes cambiar pañales?.—Ante su pregunta, mi entusiasmo se detuvo por completo.

—Pues... ahora que lo dices, no.— Respondí dubitativa.

—Esto se va a poner bueno.—aseguró cruzado de brazos, con la mirada fija en la puerta por la cual saldría. Sonrió de lado con cinismo mientras dejaba escapar aquel murmullo de risa sobrador. Pestañeé un instante al intentar comprender la situación.

—¡OYE!, ¡Espérame!. —Repliqué al seguirlo por detrás. — Espera, ¿Y que comen?, ¡Donde va a dormir!.—Sentía que comenzaba a desesperarme. «Diablos, ¡COMO NO PENSÉ EN ESTO ANTES!» Pero allí iba el ojos turquesa por delante. Ahora, depositaba sus manos en sus bolsillos mientras reía descaradamente por mi sufrimiento.

«¡LO HACE APROPÓSITO!»




(...)






Ambos firmamos una totalidad de papeles legales en la comisaria y ante un juzgado, para poder cumplir con el cuidado y tutoría temporal de Andrey. El día fue bastante largo y extenso, aunque nuestra primera parada fue en el hospital Detskiy Gorodskoy, donde seriamos atendidos por una pediatra quien realizaría una evaluación médica y chequeo al infante. Así se nos reveló que Andrey contaba con dos meses de nacido aproximadamente. No pesaba más de tres kilogramos y medio, lo cual según la doctora Eva Queens, era considerado un peso bastante bajo.

Por ahora Andrey no se alimenta de otra cosa más que leche materna que claramente al no disponer de ella, se nos dio una leche llamada ''de formula'' para poder alimentarlo.

La ley del amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora