17 de Junio de 2011, Londres Inglaterra.Alexei Vladimir
El aeropuerto de Londres maravillaba con su antiquísima arquitectura. El inglés pulcro y nativo de sus habitantes, sus cielos minados de un alud de grises nubes vehementes, aquellos prados y paisajes de bosques verdes, riegan con helechos y espesura los elegantes rosales que de Inglaterra, tanto dan para hablar.
Enormes rosas carmín, recubiertas del tímido rocío nocturno, recibían al cabello azafrán. Sus ojos contrastaban enormemente con aquel clima color ceniza, y relucían potenciando aun mas el destello del fulgor turquesa en sus ojos. Su mirada analítica y socarrona, jamas pecarían de perder eficiencia como lo que él realmente es.
Su magnifico porte inspiraba al misterio, llamaba las caricias de las miradas de los ingleses a quienes despertaba curiosidad. Con arrogancia entre los hombres, y atractivo en mujeres.
Sin embargo él ni se inmutaba por los revuelo y miradas que robaban su presencia. Mas bien se concentraba en golpetear la colilla de su cigarro para así, retirar el excedente de ceniza.
—Agente numero doscientos cincuenta.—Aquella prominente voz gutural y cauta llamó la atención del pelirrojo quien solemne, volteó a ver.
Así, encontró a un hombre alto y de cabello corto en color azabache y piel pálida. Con un temple profundo de mesurada calma y análisis. Impecable y pulcro, derecho y fornido de ojos café, levemente rasgados hacia la comisura. Su rostro angular, perfectamente afeitado y cabello peinado hacia atrás con gel, sumaban junto a su elegante vestimenta que relucía su esbelta figura un masculino de no mas treinta y cuatro años de edad.
—Un gusto. He escuchado maravillas de tí.—Alagó al pelirrojo, llamando aun mas su atención. Sin embargo Alexei parecía ni por la mínima sorprendido. Al contrario, se acercó una cantidad de pasos hasta quedar delante del hombre. Esbozó una leve sonrisa ganadora antes de que su memoria diera con la figura del varón.
—El gusto es mío. Agente ciento veintidós.— Ambos masculinos se extendieron la mano a modo de saludo, sin que sus miradas perdieran el intensó y poderoso contacto.
—Puedes llamarme por mi nombre.—Explicó, ahora hurgando en los bolsillos internos de su traje incapaz de perder su elegancia y finura.
—¿Vladimir Vasiliev?.— Alexei agachó la mirada nuevamente esbozando una risa.—Supongo has venido a recoger las notas.—Evidenció hábil el ojos turquesa.
—Supones bien.— Finalizó, ahora con un abano entre sus dedos.— Hablaremos en el tren de todas formas.—Tras la especificación de Vasiliev, ambos siguieron el paso del pelinegro hasta una zona poco frecuentada del centro de Londres.
Dígase muy poco concurrida, atravesar una edificación para la cual ambos fueron controlados con un carnet especial a su ingreso. Hecho el tramite, continuaron mientras Alexei cargaba aquel no demasiado cargado bolso de equipaje. En esta ocasión vestía Jeans negros como de costumbre, una sudadera de igual color, y continuaba la monotonía con la chaqueta de tela.

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La ley del amor.
Fiksi RemajaNuestra historia comienza en Rusia, San Petersburgo donde Tatiana Kuznetsov, una bella joven de dieciocho años está lista para dar sus primeros pasos en la la vida. Escogiendo una vocación por desicion propia, peca de inocencia pues ignora todo lo q...