Capítulo I | Es mi camada.

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Rusia ,San Petersburgo- 5 de Marzo de 2008

Tatiana

Ese día ingresé al internado para la policía Federal de Rusia. Preparé mi bolso con todos los objetos que se piden para el ingreso a una fuerza armada. Zapatillas y remeras blancas, pantalón de gimnasia negro, elementos de limpieza, un candado de dos llaves, toalla y toallon junto a otros objetos personales. Y  es que pasaría un año internada allí , de lunes a viernes sin podes llamar o comunicarme con mis hermanos y madre durante toda esa semana, a no ser que algo me sucediera. De otro modo, solo se permite pasar con tu familia los fines de semana y algunos feriados.

 Sería un mundo nuevo para mí. Forjaría mi carácter, mi actitud, mi forma de pensar y de concebir nuestro mundo.

«Dios,¡que nervios tengo!.» pensativa,  ingresé algo cabizbaja aquel día a las siete de la mañana en lo que se llama ''la escuela'' un internado como mencioné , donde forman a los policías con todo lo necesario para ello.

 Estaba siguiendo a los demás, quienes venían vestidos igual que yo. Las mujeres con una remera blanca amplia, y pantalón de ejercicio negro con zapatillas del primer color, sin una sola pizca de maquillaje y con una coleta alta que ajuste bien todo el cabello o por defecto, un rodete.
 Los masculinos, utilizaban una remera idéntica, el mismo pantalón, las mismas zapatillas y el cabello lo traían corto y muy bien afeitados. «Aquí no se andan con rodeos.» Pensé.

—¡Por favor!, a todos los masculinos y las femeninas ingresantes los quiero detrás de esta puerta, al patio de ceremonias.—Replicaba el instructor, un hombre que circulaba por el pasillo guiando a todos los cadetes.

—Hey.—Una voz femenina me llama desde detrás, por lo que me doy la vuelta. Se trataba de una joven de mi edad aproximada, de cabello negro, piel blanca y ojos miel. Era delgada, de caderas amplias y piernas largas. Sus ojos eran más rasgados que redondos, con cejas bien definidas que le daban una apariencia tanto cínica.—Ata bien tu cabello, rubia.—Declaró, indicando mi peinado.—Si te descubren los instructores estarás en problemas.—Explicó, reflexionando al hecho.

—¿Mi cabello?...—Me lleve las manos al mismo, intentando hallar con el tacto el pelo rebelde.

—Ven, te ayudaré.—Ella se coloca detrás de mí, y desata mi coleta para armarlo nuevamente.

—Después de todo estamos en la misma división, y si te castigan...¡nos castigan a todos!.—Bufó con diversión para finalizar su tarea.—¡Listo! mejor rodete que ese imposible.—Exclamó, y me voltee para observarla, ella extendió su mano.

—Me llamo Natascha Ivanova, pero dime Tasha o Nat.—Así, extendí la mano sellando con ella en un saludo.

—Kuznetsov Tatiana.—Le correspondí en la presentación.—Puedes decirme Tati, o Tiana.—Ambas nos aceptamos mutuamente con una sonrisa.

—Ven, mejor nos vamos hasta el patio de celebridades.—Declara la morocha mientras toma su bolso, por ende le seguí en dicha acción.—¿Como llegaste aquí,eh? tienes carita de muñeca, no parece que te vayas a aguantar esto. ¿Tienes una idea de lo que sucederá aquí?.—La pelinegra caminaba de una manera avasallante y algo brusca. Sus pasos eran duros y definidos, muy diferentes a los míos que en ocasiones pecan de suaves y elegantes.

—Que mi cara te de esa impresión no significa que yo sea una muñeca para nada.—Aseguré alzando la cabeza con el ceño fruncido. La morocha Ríe.

—¿¿Tienes familiares en la fuerza verdad??.—Indagó la rusa.

—Mis dos hermanos.—Declaré con orgullo y una aire risueño.—Pero no son policías, sino Militares.—Natascha, da un silbido dando a entender grandeza.

La ley del amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora