Capítulo XXXI | Bienvenida al club.

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Tatiana

Puedo asegurar que jamás pensé que llevaría tal cantidad de horas dentro de ese cuarto con él. Con decir que al salir el sol ya se había ocultado por completo, estoy diciendo más que suficiente.
Alexei no dejaba de murmurar con su risa al verme nerviada e intentando apresurarme lo más posible.

—¡¿Quieres cambiarte?! ¡¡¡Tan solo mira la hora que es!!! —Vociferé, abotonando la prenda superior de mi uniforme.

—¿Por qué te apuras?. —Respondió arqueando una ceja fingiendo cierta desconcertacion. —Da igual, han pasado horas. No creo que nadie vaya a preocuparse justo en este momento. —

—¡Ese no es el punto!. —Aseguré, ahora desviando la mirada hacia él con el entrecejo levemente fruncido aunque, por su parte parecía no sentir ningún tipo de remordimiento ante el hecho. Únicamente, continuaba observándome con aquel cinismo que tan bien lo caracteriza. — ¡En serio!. —Carraspeé luego de que mis mejillas tomaran un cierto color al notarlo aun en ‘’paños menores’’. —P-ponte algo. —Ordené apartando bruscamente la mirada del mencionado. Una risa un tanto sobradora de su parte logra volverse audible en lo que lo oigo ponerse de pie. A juzgar por los sonidos que producía a mis espaldas, parecía que al fin vestía su parte superior.

—¿Así estas contenta?. — Comentó en su claro tono sarcástico. Alzaba una ceja, y extendía sus brazos a los lados para permitir que pudiera observar mejor su vestimenta.

—S-supongo…—Agaché la mirada. « Ja, ja. Que graciosa Tatiana, ¿Después de todo lo que paso y te avergüenzas de ver su torso al semi-descubierto?.» Al instante, su risilla ganadora me desconcentra. —¡¿Qué?!. —Alegué, ahora regresándole la mirada. Me estaba vacilando. Él sabe PERFECTAMENTE lo que estoy pensando y sé que es por eso que me observa de aquella forma, como si pudiera leer mis pensamientos. Puede sonar extraño pero, a veces tengo la sensación de que realmente… lo hace. — ¡Anda que vamos a llegar tarde!. —Me excusé.

—¿Tarde?. —Su mirada fue en extremo descolocada.

—Mega tarde. Ay, ¡Ya sabes a lo que me refiero!. —Proseguí en mi tarea de abotonar el resto de mis prendas, cuando un suave agarre por debajo de mi mentón me obliga a perder la concentración en mi actividad. En cambio, mis ojos se posan sobre la tonalidad de su iris celeste turquesa. Sus ojos han tenido siempre aquel extraño toque ‘’hipnotico’’ que vuelve imposible la tarea de perderse en ellos. Siento como mi corazón aumenta su palpitar y nuevamente ese deseo de fundirme en su piel emana desde lo más profundo de mi piel, hasta dejarme prácticamente sin el habla una vez más.

— Después de todo el tiempo que pasamos alejados, no pienses que me dejaras satisfecho solo con eso. — Susurró, causando un estremecimiento que recorrió mi dermis cual escalofrió y aunque mis pómulos tomaron su intenso color rojizo, mis labios no titubearon al articular respuesta.

—No lo pienso. —Declaré causando impresión en el pelirrojo para que al instante, aquel arco de risa traviesa se dibujase sobre él. —Lo haré.—Anuncié, lo cual a los pocos segundos culmino en un dulce y suave contacto entre nuestros labios.






(…)






Razones y opiniones perdieron su importancia cuando nuestros sentimientos finalmente, dieron rienda suelta por completo. Desaforados besos entre ambos adornaban aquella escena en la que intentábamos ingresar al apartamento de Alexei sin separar nuestros labios. Él arrojó sus llaves a un sitio indistinto del suelo tras cerrar la puerta de un brusco manotazo, se mostraba incapaz al igual que yo de apartar esas fulgurosas emociones.
Explicarlo puede ser muy difícil. Ese momento en el que cada sensación de tu cuerpo parece conectarse de una manera única que solo coincide con aquella persona. El deseo de efectuar ese dulce tacto sobre su piel, solo se puede explicar cómo una extraña forma de mostrar lo que sientes hacia tu persona especial. Es tan abrasivo, que logra incinerarme sin dolor desde lo más profundo de mi pecho, y a la vez también me reconforta.



La ley del amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora