Capitulo XVIII | ''Take My Breath Away''(Tercera parte)

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(Si pueden escuchar el tema del vídeo mientras leen, no se arrepentirán ;3 )

Tatiana

—Bueno Tatiana, ahí detrás tengo un colchón, sabanas y frazadas.—Indicó tras salir de la ducha, con aquella fachada despreocupada, el cabello húmedo, pantalones puestos y una toalla que le rodeaba los hombros y caía por su torso. Yo ya me había bañado, y él me había prestado una de sus camisetas amplias y un supuesto pantalón corto de su hermana. Me encontraba de cuclillas sobre el sofá, un tanto nerviosa tras observarlo.—¿Qué sucede?.—Comentó alzando una ceja un tanto consternado.

—Nada...—Declarécon timidez, escondiendo mi cabeza entre mis rodillas con la mirada desviada.—Es solo que... no he estado fuera de casa, habitualmente...—El apartamento era bastante muy grande, por lo cual suspire con cierto anhelo. El pelirrojo capto esto, sentándose a mi lado tras posar una mano sobre mi hombro.

—Tranquila.—Musito, con aquella media sonrisa suya. Realmente toda la situación... comenzaba a fastidiarme bastante.

«Primero me besa... ¡¿Y ahora hace como si no pasara nada?!, realmente ¡Me destroza la cabeza!»

Fruncí el ceño tras observarlo con lo cual él se desentendió por completo. Todo me parecía tan surreal...que comenzaba a dudar de que realmente hubiera pasado

«¿Y si lo imagine todo?, ¡No puede actuar como si nada! ¡No es normal! NO HA DICHO NI UNA PALABRA.»

—...¿Estas bien?.—Volvió a preguntar tanto desconcertado, desentendiéndose por completo de la situación. Igual que en el simulacro, y cuando recolecté agua aquella vez.

—Es que...—declaré llamando la atención del susodicho, quien me observaba perplejo al cambiar mi semblante por uno más determinado y serio.—...¡Es que! Siempre, siempre haces lo mismo...—Revelé con cierto tono desanimado.—Me hablas, me reconfortas y después te vas, actúas como si nada. Me haces sentir que me vuelves loca, y a veces hasta dudo de la realidad, ¡Todo el tiempo parece que estás jugando!... y nunca te tomas nada en serio.—Agaché un poco mi cabeza tras dar un leve suspiro.—Me haces enfadar tanto a veces, y otras... solo quiero sentirte cerca...—Encorvé mi cuerpo un poco más, haciendo notable aquella fragilidad emocional.

El pelirrojo por su parte no acoto nada, y se limitaba a escucharme.—y..y-yo solo... ¡pienso que juegas conmigo! .—No pude acabar mi frase, con mis lágrimas amenazando con salir. Sentía tanto coraje y a la vez angustia. Sin embargo, su tacto suave sobre mi barbilla me condujo nuevamente a encontrarme con su mirada taciturna.

—Tú me gustas, tonta.—Y mis mejillas se encendieron en un fuego alumbrante en conjunto con mis ojos lacrimosos, cuales no podían dejar de observar los suyos.

—Alexei...—Susurré, comprendiendo la veracidad de sus palabras puesto que, lo notaba. Podía verlo detrás de sus ojos, de su mirada y por un segundo me sentí capaz de translucidar sus sentimientos.
—Que no te quepa duda de ello.—Susurró entrecerrando sus ojos con ese tono sensual que tanto le caracteriza al pelirrojo. Contemple sus facciones por unos segundos y así, nuestros labios volvieron a hacer ese contacto deseoso el cual primero se sintió con timidez, pero poco a poco se volvía más pasional, mas fogoso. Comenzaba a sentir aquella plenitud, esa necesidad de que el mundo a mi alrededor se desvaneciera, de disfrutar el aroma que desprendía y me envolvía y casi como un extraño sueño, mi corazón comenzaba a abrirse hacia los labios que tanto deseaba poseer.

Tal era mi ambición por él, que me vi incapaz de soltar sus besos, aferrada aquella idea de sentir ''poseer'' de alguna extraña forma la cual ignoraba. No me concentraba en pensar demasiado, simplemente... comenzaba a dejarme llevar por los deseos, por lo que mi corazón y mi cuerpo pedían al unísono. Él, se mantenía sereno en todo momento, posando sus manos sobre mis mejillas con suavidad para intensificar aquellos besos, mis manos se ubicaron sobre sus muñecas, teniendo contacto con aquella piel hombría, tatuada y tersa que me causaba estremecer. La danza entre nuestros labios no deseaba terminar, mis tímidas y temblorosas manos perdían su vergüenza al comenzar a deslizarse por aquellos marcados brazos del oficial, dejando un rastro de suaves caricias detrás.

La ley del amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora