Capitulo VII | Un poco mas.

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Tatiana

Llegamos así a la enfermería. Por supuesto que en el camino me queje diciéndole; ''Sueltame'', pero hizo caso omiso a mis suplicas sin siquiera responderme, hasta una vez en la enfermería. Extrañamente no había nadie allí.

—Las enfermeras se toman los fines de semana de viernes a la noche.— Explicó, como si hubiera sido capaz de leer mis propios pensamientos mientras se acercaba hacia un botiquín de espaldas a mí, preparando algunas vendas, cinta, agua oxigenada y pervinox.

—ya veo...—suspiré pensando en la batalla, por lo cual no pude evitar sonreír y echarme de espaldas sobre la camilla con satisfacción. Aquello provoco el llamar la atención del pelirrojo quien se volteo a verme con una mirada un tanto seria.

—Cadete tooonta.— Declaró dándole un tingazo a mi frente, por lo que me lleve las manos a la zona afectada. Le hubiera dicho mil cosas, pero...Supongo que al tomarme desprevenida logro acercarse más de la cuenta, observándome con aquellos ojos de ese intenso tono color turquesa que para que mentir,me dejaron perpleja por unos segundos.

—¡¡Ehh Quitate!!..¡¡¡M-me estorbas!!!.— balbuceé apartando un poco su mirada pera erguirme hasta sentarme sobre la camilla, con una actitud de reniegue, el ceño fruncido y rubor sobre mis mejillas. Note que él se quedó detrás de mí con aquella sonrisa burlona e interesado al ver mi actitud.

—¿Me quieres explicar que rayos pensabas conseguir peleando en el patio?...— Preguntó poniéndose frente a mí, pero esta vez cambio su mirada por una un tanto más seria, alzando una ceja. Simplemente desvié la mirada con orgullo sin perder mi rubor.—Eso es peligroso. ¿Lo sabes? Nunca has oído el término; ¿''el que huye sirve para otra guerra?''— Preguntó apoyando sus manos a los lados de mis piernas sobre la camilla, inclinándose para que nuestras miradas quedaran a la misma altura sin una pizca de vacile ni cinismo.—Estabas muy herida por la anterior pelea, esto no se trata de ver que tanto aguanta tu cuerpo.—Declaró alzando una ceja nuevamente. —Hay batallas que se ganan con paciencia.—Indicó llevando su dedo índice a su cien unas dos o tres veces.

—La paciencia no me convertirá en una gran policía.—Añadí con firmeza mirándole directamente, lo que causo cierta sorpresa en el oficial.

—Pero te mantendrá con vida para que lo logres, créeme.— Comentó regresando a su habitual actitud, para voltearse hacia el botiquín una vez mas.

—Tengo que ser valiente, por eso quiero hacer esto. Porque quiero proteger a las personas como lo han hecho conmigo incontables veces, quiero ser ese ''sosten'' para la gente.— Hice notar con seguridad y firmeza mis palabras. El, pareció detener su tarea por un segundo y suspirar por lo bajo, pero ciertamente no pude verlo con claridad.

En ese instante alguien toca la puerta, mientras el pelirrojo se acerca comenzando a ocuparse de mis moretones, golpes, heridas y rasguños.

—Pase.— Declaró concentrado en su tarea.

—Vinieron por Tatiana Kuznetsov, están esperando hace un rato en la entrada.— Indicó un instructor.

—Ah, ya veo.—Contestó con simpleza. «¡¡Deben ser mis hermanos!!, bien, muchas gracias Alexei pero al fin me tomare un merecido descanso en casa.» Indiqué con alegría mientras me bajaba de la camilla y me encaminaba hacia la puerta del consultorio.

—Díganle a la familia que quedo castigada todo el fin de semana por mal comportamiento.—

«¡¿QUEEEEEEE!?» Mi cara se rompió en mil pedazos, voltee a verlo incrédula y ahí estaba el. Con esa carita de ''niño bueno'', ¡¡¡Pero es un zorro pelirrojo muy astuto y muy malvado!!!, claro que no puedo objetar nada y menos ante los superiores. Así es la academia.

La ley del amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora