Capitulo XXII | Detrás de los ojos azules.

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Tatiana

Baje las escaleras de mi habitación hacia la sala central, habría tardado...¿Media hora? ¡Que desastre y qué vergüenza!, ¡Irresponsable irresponsable!.

—Ya... Estoy lista.—Carraspeé intentando llamar su atención. La timidez me impedía alzar la mirada, pero sabía que se encontraba en el sofá a mis espaldas. Tras algunos minutos sin respuesta, arque una ceja volviendo a clamar su nombre.
—Oye, ¡sé que me tarde pero no es para que me ignores!.—Recrimine una vez comencé a acercarme a el.—¿¡Alexei me estas escucha-...!?—Y antes de poder continuar lo descubrí por el cuarto o quinto sueño quizás. «No quiero despertarlo pero...» Lentamente comencé a acércame hacia él, y en el transcurso no pude evitar contemplarle. «Se ve tan tranquilo...»Pensé una vez hube tragado saliva con cierto nerviosismo. Le observaba, y con suma lentitud comencé a acercar mi rostro al suyo. «Quizás  si l-le susurro...¿S-sea mejor?.» Pensaba con mi acelerado corazón resonando por todo mi cuerpo, así comencé a cerrar los ojos  aunque no noté que el los abrió.

—...¿Qué estas haciendo?.—Alzó una ceja mientras me observaba, y yo a él. Inmóviles por una buena cantidad de minutos. Así, pronto mi cara se volvió por completo en aquel tono carmín ardiente.

—¿¿¿EH-T-TU -Q-QUE HACES???¡¡C-COMO TE VAS A QUEDAR DORMIDO!!.—Tartamudee, intentando enfadarme para disipar aquella inminente pena.

—Y, SI ES QUE TE TARDASTE COMO MEDIA HORA.—Refunfuño cruzado de brazos, tras desviar su mirada

—¿AH SI?, P-PUES NO FUE MI CULPA.—Le conteste de la misma forma. Cruzándome de brazos.

—Encima, tratando de besarme.—Remarco.

—¿¿Q-QUEEEEE?? ¿YO? ¡JAMAS!.—Anuncie con cierto orgullo.—NO SABIA COMO DESPERTARTE Y YA.—Masculle. Cielos es que me pone los pelos de punta. Vladimir tiene aquella habilidad tan extraña de lograr hacerme enfadar exorbitante...

—Yo si quiero besarte.—Declaró posando aquella mirada fija taciturna y segura sobre mí. Mis ojos, duplicaron su tamaño por la sorpresa y mis mejillas no dejaban de lado su color. La verdad es que pareciera que me la pasara enrojecida cuando se encuentra cerca. No emití sonido, simplemente lo observe hasta recuperar mi conciencia.

—No voy a caer de nuevo en tus burlas. Basta.—Determiné muy segura de mis palabras, dispuesta a ponerme de pie hasta que una mano me sostiene de la muñeca pegando un tirón un tanto brusco el cual me hace perder el equilibrio. Así acabe cayendo sobre el pelirrojo, quien sin más problemas me atrapo de los hombros contra su pecho. Nuestras narices chocaban, no rozaban y por mi parte no podía articular ni una palabra. Por un lado sería mejor ya que en este tipo de situaciones suelo soltar una parvada de estupideces sin sentido. Ninguno decía nada, tan solo... nuestras miradas comenzaron a fundirse. Sentía su perfume invadiendo mis sentidos. El tacto de sus manos sobre mi suave piel, y aquella cercanía de nuestros cuerpos con mis manos posadas sobre su pecho. Mi respiración, delata nerviosismo pero aun así nuestras cabezas comienzan a ladearse en una sincronía perfecta junto a los ojos quienes poco a poco se van cerrando, deseando pronto solo sentir aquel contacto entre nuestros labios el cual se torna dulce, tímido y suave. No obstante, la pasión siempre puede más y así, aquella lengua traviesa se habré paso lentamente. Noto sus caricias sobre mis mejillas, con templanza sostienen mi rostro mientras el beso se vuelve más pasional y fogoso. Aunque había más que simple pasión en él, y estoy segura de que ambos pudimos notarlo. Así mismo, impulsados por ese dulce sentimiento de mutuo deseo... ciertas prendas se volvieron inútiles, librándonos así de ellas.

«¿Que es...Esto que siento por ti exactamente?.»

(...)

La ley del amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora