Una ardilla pasó tan rápido como un relámpago peludo.
Me abroché la chaqueta que llevaba encima del pijama. Era grande, con capucha.
Aquella noche había sido de las difíciles.
No por ningún sueño estúpido. No había llegado a dormirme siquiera.
Vueltas y más vueltas, eso era lo que había dado en la cama.
Al final me había rendido y, tras sentarme junto a la ventana, había contemplado cómo salían poco a poco los primeros rayos de sol.
Menos la vez que había acompañado al gemelo sonámbulo de forma pacífica a su cama de nuevo, no había pasado nada interesante.
Únicamente mis propios pensamientos.
Aunque había sido algo agradable. No tener que interactuar con nadie. Solos yo y mi conciencia.
Y me agobió pensar que apenas quedaba una hora para que eso se fuese, para que las clases empezasen y yo debiese volverme a rodear de gente.
Antes de pararme a considerarlo una segunda vez, me abroché la chaqueta. Con las mismas pantuflas y mis pies cubiertos por calcetines, había salido del dormitorio.
El exterior de Hogwarts era realmente hermoso con las primeras luces de la mañana.
Todo estaba sumido en una quietud interminable. El Bosque Prohibido parecía dormido, y en la cabaña de Hagrid no se escuchaba ni un solo ruido.
No pensaba hacia donde iba. Solo dejaba que mis pasos me llevaran hacia donde ellos quisiesen.
Me gusta emplear tiempo a solas.
Mucho.
Junté las manos frente a mi nariz y soplé, permitiendo que mi aliento cálido me reconfortase un poco.
Miré hacia delante y entonces cerré los ojos con fuerza.
La cabeza de un idiota búlgaro asomaba otra vez por las aguas del Lago Negro.
No esperaba encontrarme con nadie. Lo confieso: me paralicé junto a los árboles cercanos a la cabaña de Hagrid, esperando camuflarme con ellos.
Theo Voderikavov se había acercado a la orilla, apoyando los codos en ella.
Tenía los brazos fuera, de un color tostado muy poco frecuente para una persona del norte.
Dejó caer un montón de lo que parecían conchas. Bajo los primeros rayos del sol, algo rojo brilló entre sus dedos.
Me puse de nuevo en movimiento sin poder evitarlo.
Mis pasos crujían por las piedras cercanas al lago, y advirtieron al búlgaro de mi presencia.
Éste levantó la cabeza cuando aún me quedaban unos veinticinco metros para llegar.
—Estás sangrando—le dije.
No recibí ninguna respuesta. Theo Voderikavov continuó mirándome hasta que me detuve a algunos palmos de distancia de él.
Daba miedo.
Acercarme, en definitiva, no había sido buena idea.
—Estás sangrando—repetí, señalando sus manos.
Desde abajo, Theo miró en la dirección que le había indicado.
Levantó uno de sus pulgares, que presentaba un corte bastante profundo en la yema, y se lo llevó a la boca para chupárselo.
—Liliya pobornikova—habló.
—Ya dijiste eso el otro día—recordé la clase de Cuidado de Criaturas Mágicas.—Y sigo sin tener ni idea de lo que significa.
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ME LLAMAN AL (a Hogwarts story II)
FanficAl necesita un poco de tranquilidad. Desesperadamente. Su vida hasta los quince años ya había sido bastante compleja. Tener que lidiar con ser el "hijo deshonroso" de Harry Potter y soportar las miradas críticas de todos ya había sido suficiente. Ad...