Capítulo Veinticuatro: Solución

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—Das miedo.

Miré a un lateral y encontré a una Rose sentada en el colchón con cabellos de loca.

—Tienes ojos de búho—comentó mientras se desperezaba y estiraba, ruidosa.

"Como tú no tienes pesadillas prácticamente todas las noches..."

—Pues tú pareces un espantapájaros con esos pelos—me rasqué el ojo, totalmente amodorrado.

Al girar la cabeza sin salir de la cama, vi por la ventana el cielo claro, sin nubes, mas tampoco sol.

Una simple mañana tranquila.

Yo, como un tonto, creí que podríamos disfrutar aquel día en calma y paz.

Y entonces la puerta del cuarto explotó.

Me eché hacia atrás, impresionado.

—¿¡Alguien cumple años hoy!?—chilló James, tremendamente alterado.

Ya venía sin camiseta (otra vez no, por favor).

Mi hermano se acercó saltando a Rose, dando palmadas como un crío de cinco años.

Se agachó para que ella pudiese subir a su espalda entre carcajadas.

—¡James, estás loco!—gritó Rose, riendo sin parar, a la vez que daba vueltas en la espalda de James.

—¿Quieres que te baje?

—¡Ni se te ocurra! ¡Más rápido, más rápido!

Harriet asomó la cabeza en el cuarto.

Creí que comentaría algo por los gritos a horas tan tempranas del día.

Pero lo que hizo la rubia fue ponerse a cantar la canción de Cumpleaños Feliz mientras sostenía un pastel en sus manos.

James se unió a su novia, al igual que Theo y Scorpius, que entraban detrás de Harriet como podían.

Rose se negó a bajarse de la espalda de James hasta que sus ojos azules se posaron en el pastel que Harriet aún tenía.

—¿Es en serio?—abrió mucho los ojos, contemplando la tarta.—Por Merlín, qué hambre.

Ésta hubiese tenido un aspecto delicioso, rellena de chocolate y galleta... si no fuese por las montañas de nata deformes que la cubrían, y que se caían a trozos.

También había cerezas aquí y allí, que más bien lucían como peperonnis.

—Yo he ayudado a decorarla—levantó la mano Theo.

Cuando fijé la vista en él, vi que traía la cara cubierta al completo por churretes de nata, al igual que sus dedos.

Como un muñeco de nieve a punto de derretirse.

Contuve un escalofrío.

Rose rió, y se echó a los brazos de Harriet, que la abrazó como pudo mientras se aseguraba que la tarta no caía al suelo.

Ahí fue cuando entró Scorpius en la habitación. 

Miré a mi amigo desde mi cama (hacía frío y estaba demasiado a gusto como para salir de debajo de las mantas).

Y vi que traía un paquete envuelto de papel marrón en las manos.

—Felicidades—dijo entonces él. Rascó su coronilla mientras le tendía el paquete a Rose.

Pude ver sus mejillas coloradas por la mucha vergüenza que debía estar pasando.

Rose se separó un poco de Harriet, quien contemplaba la escena con curiosidad, al igual que James.

ME LLAMAN AL (a Hogwarts story II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora