Capítulo Cuarenta y Siete: Secretos

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—¡Te odio!—la niña ésa tan habladora, Mary Elizabeth, salió corriendo de una clase. Iba llorando y le gritaba a alguien que aún estaba dentro del aula.—¡Nunca te lo perdonaré! ¿¡Cómo has podido hacer algo así!?

La muchacha salió disparada a lo largo del pasillo, corriendo junto a nuestro lado.

Pero, como iba mirando al suelo y llorando, no se dio cuenta de nuestra presencia.

Alcé las cejas.

—Bueno, esto es una novedad—comentó Rose.

—Sí, Rose. Ya hacía falta una novedad. Como no estamos rodeados de ellas...—rodé los ojos, sin poder evitarlo.

Rose me lanzó su típica mirada compuesta por cejas fruncidas y nariz arrugada.

—Esto... ¿No deberías ir a ver si está bien?—le preguntó Scorpius a Rose.—Es la novia de tu hermano y...

—No. Estamos en el medio de una misión importante. Aunque quizá el que tendría que ir eres tú—le espetó Rose a mi amigo, cruzándose de brazos.—Ya hemos visto todos en clase de Pociones lo mucho que te preocupan los demás. ¿O era sólo Polly la que te preocupaba?

Scorpius abrió mucho sus ojos azulados.

—El padre de Polly formaba parte de un equipo de búsqueda de mortífagos y lleva desaparecido más de un mes—explicó mi amigo con algo de sorpresa.—Parece una razón bastante normal para preocuparme por ella.

—Lo que tú digas—Rose bufó, apartándose los cabellos pelirrojos de la frente.—Para mí que ella sólo estaba exagerando la situación porque quería darte un abrazo.

Crucé una mirada desesperada con Theo.

—¿Es que a ti también te hace falta un abrazo?—Scorpius, abriendo un poco sus brazos, los extendió hacia Rose.—Porque los abrazos no son como el petróleo. Son recursos ilimitados...

—Puajjj, no—se estremeció Rose, empujando a Scorpius hacia atrás.—¿En qué momento he dado a entender que quiero un abrazo tuyo, Malfoy?

—Yo no quería decir...

—¿Os importa que fume?—interrumpió Theo, sacando un cigarro del bolsillo.

Un cigarro que yo requisé al momento, por supuesto.

Un segundo después, ese cigarro pasó a estar en mis manos y, de ahí, al fondo de mi bolsillo.

—Sí, me importa—puntualicé antes de volverme a Rose y ofrecerle una sonrisa falsa.—Rose, no pretendo ofenderte, pero me he tomado un té con la Muerte, y todo esto—señalé el espacio entre ella y Scorpius—es cien veces peor. ¿Vas a explicar al menos qué hacemos esperando aquí?

Rose chasqueó la lengua, echando un vistazo al reloj de su muñeca.

—Claro que sí. Esperamos a que sean las cuatro. Sólo queda un minuto. Después, Francis hará que la biblioteca estalle en llamas.

—¿¡Qué!?—Scorpius abrió mucho los ojos, espantado.—¿¡La biblioteca!? ¿¡En llamas!?

—No será de verdad, por supuesto—movió Rose la cabeza, ajustándose el cabello.—Sólo le va a prender fuego a la puerta principal y después correrá la voz. Nada más.

—¿¡Nada más!?—Scorpius no hacía más que repetir las palabras de Rose con voz aguda.

—Estoy de acuerdo con Scorp—señalé a mi amigo.—Si querías causar una distracción, simplemente le hubieses prendido fuego a la señora Pince. ¿Por qué tiene que pagar la puerta de la biblioteca por nuestro plan?

ME LLAMAN AL (a Hogwarts story II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora