Capítulo Veintiséis: Resaca

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Para después del capítulo: tenéis la presentación del nuevo Scorpius en la nota del final.

Enjoy ;)

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Aquella noche fuimos Scorpius y yo los que dormimos en el cuarto de invitados.

Dormir, dormir... es un eufemismo.

Lo cierto es que miré al techo toda la noche, intentando no pensar en nada.

Y, cuando me cansé de contar las líneas de la madera (tampoco era un techo muy interesante que digamos), me senté en la alfombra del suelo, arropado con las mantas junto a la cama de Scorpius, y controlé que mi amigo no se ahogaba en su propio vómito.

El reloj marcaba las cinco y media cuando Scorpius dio sus primeras señales de vida.

Rodó un poco por el colchón, sacó un brazo de las mantas y, sin ni siquiera abrir los ojos, esbozó:

—Ugggh.

Me espabilé enseguida y gateé por la alfombra hasta llegar a su lado.

—¿Cómo te sientes?

Scorpius se rascaba los ojos frotando su cabeza contra la almohada.

—Yo... uff. Mal. Mi cabeza... ¿Qué ha pasado?

A pesar de las ojeras, del cansancio y de la confusión, sonreí arropado en mi manta.

—Pues que anoche te emocionaste con las cervezas de mantequilla—comenté como quien no quiere la cosa, abrazando mis rodillas.

Gracias a la débil luz de la lámpara del rincón pude ver cómo Scorpius abría mucho los ojos que, por cierto, se habían vuelto rojos.

—Es...espera—balbuceó un poco, tocándome el hombro desde la cama.—Entonces... ¿todo lo que recuerdo? ¿Es real? ¿No... no ha sido un sueño?

Negué con la cabeza, alborotándome el cabello en el proceso.

—¿De verdad que le dije a Rose...?

—Sip.

—¿Y entonces ella...?

—Ajá.

—¿Y después tú...?

—Me temo que sí.

—No—se desesperó Scorpius. La voz se le rompió y se tapó la cara con las manos, tremendamente angustiado.

Volvió a dejarse caer en la cama.

Sabía perfectamente lo que estaba sintiendo mi amigo: una vergüenza tan terrible que no podía imaginarse salir de aquella habitación nunca más en su vida.

Aunque, al menos, Scorpius podría echarle la culpa al alcohol.

¿Cuál era mi excusa? ¿Que había tropezado y caído casualmente sobre la boca de Theo?

No había vuelta de hoja, ni forma de negarlo: yo había querido besarlo. Y punto.

Como estaba harto de mi drama personal, decidí ayudar con el de otras personas. 

Me puse de rodillas, desembarazándome de la manta, y alcancé un frasco transparente relleno de poción de la mesilla.

Toqué la cabeza de Scorpius con el dedo para que despegase los dedos que tapaban su cara lo suficiente como para verme.

—Ten—le dije al trozo de ojo azul que veía por debajo de sus manos.—Como dice mi tío George, "para cada noche de desenfreno hay una mañana de Ibuprofeno".

ME LLAMAN AL (a Hogwarts story II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora