Capítulo Cincuenta y Cuatro: Dumbledore

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 —Mierda—susurró Scorpius.

Se tocó con una especie de tic nervioso el hombro que Francis le había accidentado jugando al quidditch.

—¿Estáis seguros de que eran mortífagos?—preguntó Rose.

Puse los ojos en blanco ante lo estúpido de su pregunta.

—No, Rose. Te estoy tomando el pelo y en realidad son las cajeras del supermercado—ironicé.

—Estamos jodidos—dijo ella entonces, apoyando los codos en la mesa ante la que nos sentábamos.

Nos habíamos escondido en uno de los pasillos sin salida de la Sección Prohibida.

Pero, si hubiésemos querido hablar de esto frente al mostrador de la señora Pince, lo habríamos podido hacer.

Todo el mundo estaba en este momento disfrutando de la cena en el Gran Comedor.

"Qué bien tiene que saber la comida cuando no tienes ni idea de que un grupo de locos escapados de Azkaban merodea al otro lado de tu ventana".

—Necesitamos actuar ya—declaró Rose, dando un golpe en la mesa.—Tenemos a Rodolphus Lestrange y quien sabe a quién más a unos cuantos metros, Harriet y James podrían llegar en cualquier momento y el dos de mayo será dentro de un par de días.

—¿El dos de mayo?—preguntó Theo, confundido.

A la vista estaba que se le había olvidado esa parte.

Sí, aquella en la que, de acuerdo a las artes adivinatorias de Rose, yo acabaría llorando en el despacho del director en mitad de un montón de cuerpos.

Lo de cualquier jueves.

—Sí. El dos de mayo es la fecha en la que mi visión deba cumplirse.

—Hablando de eso, ¿no hay ningún tipo de devolución para las visiones?—quise asegurarme, aferrándome a un clavo ardiente.—No lo sé, Rose. ¿Podemos estar seguros de esto? ¿Es que has tenido alguna otra visión que hayas intentado con todas tus fuerzas que no se cumpla, pero ha sucedido de todas formas?

Y en aquel momento, como por obra de algún hechizo, Rose me miró con cara de susto.

La piel de su rostro se volvió de un rojo intenso.

—Yo... bueno, la verdad... yo... eso es...—balbuceaba mi prima nerviosa, sin saber a dónde mirar.—Sí, sí... Quizá haya habido algo que... Sólo quizá, ¿eh?

—¿En serio?—preguntó Theo interesado, sentado frente a ella.—¿Y qué era?

Los dedos de Rose comenzaron a tamborilear sin cesar en la mesa.

"¿Y a ésta qué le pasa ahora?"

—Pues...—la voz de Rose sonó algo temblorosa cuando dijo:—... vi hace algunos meses que... que desayunaría un yogur de fresa hoy... y he intentado llegar a la fuente de los de sabor a plátano pero... ya no quedaban. Así que me he tenido que comer el yogur de fresa.

Enarqué una ceja.

—Rose, ¿estás bien?—preguntó Scorpius, ladeando la cabeza para mirarla.

—¡Por supuesto que estoy bien, Malfoy! ¿Qué tonterías dices? ¡O quizá no estoy bien porque eres un pesado! ¡Déjame en paz un rato!—explotó Rose cual bomba de nervios.—¡Qué ridículo te ves preguntando por yogures de fresa cuando el fin del mundo se nos viene encima en dos días!

—Un día.

Rose, Scorpius y yo giramos la cabeza a la vez para mirar a Theo.

—Dos días—a Rose le latía un ojo.

ME LLAMAN AL (a Hogwarts story II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora