ME LLAMAN AL (a Hogwarts story II)

Capítulo Cincuenta y Uno: Hugo

Hugo's pov:

 Yo debería ser el hermano mayor.

Porque mientras Rose seguía encerrada en su habitación, haciendo quién-sabía-qué, yo era el que intentaba que papá no nos envenenase a todos.

—¿Crees que se habrá hecho ya?—preguntó papá, inclinado sobre la sartén.

Un intento de salsa para el estofado crepitaba en ella.

Me puse de puntillas para echarle un vistazo, pues soy bajo.

—No sé—me llevé la mano al mentón.—Mamá siempre le da vueltas. ¿Por qué no pruebas tú también lo mismo?

—¡Es lo que llevo haciendo todo este tiempo!—exclamó papá, sacando un mango de metal de la sartén.

Abrí mucho los ojos al verlo.

—Papá... eso no es una cuchara. Ni una espátula—con mucho cuidado, tomé la herramienta metálica de sus manos.—Esto es una llave inglesa.

—Ah—era evidente que papá no comprendía nada.—O sea... ¿que no se puede usar para preparar la comida?

Nunca entenderé cómo un hombre como Ron Weasley, cuya mujer era muggle, seguía sin tener ni idea de lo que era una llave inglesa.

Aunque algo de mérito debía tener lo mucho que se estaba esforzando por tener la cena lista para la hora en la que mamá llegase de trabajar.

El manchado delantal de flores que llevaba atado al cuello lo demostraba.

—¡Pssss! ¡Hugo!—escuché mi nombre.

Por el hueco de la puerta abierta vi a Rose haciéndome señas desde el pasillo para que me acercase.

—Enseguida vuelvo, papá—dije, depositando la llave inglesa en el fregadero y limpiándome las manos en los vaqueros.—Tú... no dejes que la sartén gane la batalla.

—¿Es normal que la salsa de estofado sepa a aceite de coche?

—¡No toques nada hasta que vuelva!—intenté advertirle, pero Rose me dio un tirón del brazo.

Mi hermana me arrastró hasta un rincón del pasillo; yo me zafé como pude de ella mientras me dedicaba a observarla

Rose llevaba una faldita plisada, acompañada de un fino jersey blanco que se le pegaba al cuerpo.

En sus piernas, unos calcetines ascendían hasta cubrirle las rodillas.

Pendientes delicados tintineaban en sus orejas.

Además...

—¿Eso es maquillaje?—me incliné, escudriñando su cara con atención.

—¿Y qué si lo es?—Rose retrocedió, ajustándose la tuerca de uno de sus pendientes.—¿Es que me queda mal?

—Pues no—puse los brazos en jarras—pero... ¿por qué te has arreglado tanto para la noche familiar?

No lo entendía.

Vi cómo Rose miraba al techo mientras soltaba un "mierda" alto y claro.

—¿Qué es lo que pasa?—quise saber.

—Se me había olvidado por completo que hoy era la noche familiar—confesó mi hermana, mordiéndose el labio y mirándome con cara de dolor.—He... quedado con alguien.

Solté una pequeña carcajada.

—¡No te rías, champiñón!—protestó Rose, dándome un golpe no muy fuerte en el brazo.