Capítulo Treinta: "Duermes conmigo"

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Lo peor no fue la cena... aunque esa situación tampoco fue de mi agrado.

Básicamente, me dediqué a sorber mi plato de sopa mientras analizaba las reacciones de mi familia con respecto a Theo.

Las cuales, por cierto, fueron algo así:

—Theo, me alegro muchísimo que seas amigo de Albus—ésa había sido mamá.—No le gusta mucho relacionarse con la gente. Cree que entonces le harán un daño irreparable.

—A mí no me importaría que me hicieses todo el daño emocionalmente irreparable que quisieras—Lily debía aprender a mantener a raya esas hormonas. Sobretodo, cuando se trataba de Theo.

—La sopa me ha salido estupenda—y... James no podía aguantar que una conversación durase más de cinco segundos sin versar sobre él.

Quise darme con la cabeza en la mesa al menos quince veces en media hora.

Papá se quedó en su habitación, pues aún se sentía algo mal.

Lo cual me vino de perlas.

Un miembro menos de mi familia que me avergonzase enfrente de Theo y los tres platos de sopa que engulló, uno detrás de otro.

Pero, a pesar de ello, lo peor no fue la cena.

Lo peor fue cuando llegó el momento de entrar en mi habitación.

Tardé un tiempo extra en el cuarto de baño.

Jamás había frotado mis dientes con tanto cuidado y esmero; la tía Hermione se sentiría orgullosa.

Pero hubo un punto en el cual me fue imposible seguir utilizando el hilo dental.

De hecho, me hice daño en las encías.

Así que no me quedó más remedio que salir al pasillo y recorrer en calcetines el camino hasta mi habitación.

—Acabemos con esto de una vez—dije con hastío antes de abrir la puerta.

Lo primero que vi al entrar fue el segundo colchón que flotaba en el aire junto al mío propio, aunque unos centímetros más bajo.

Dos mantas, un par de almohadas y, delante, un Theo sentado en el extremo que se quitaba la sudadera en aquellos instantes.

Abrí mucho los ojos.

—¿Qué es eso?

El búlgaro posó su vista en mí, aunque yo no le presté atención a él, sino a la piel morena que se tensaba sobre sus huesos, músculos y articulaciones.

Qué coj...

—Siempre duermo sin camis...

—No me refiero a eso, idiota—fruncí el ceño.

Por un momento se me pasó por la cabeza el pensamiento de Theo creyendo que yo me había sorprendido por verlo sin camiseta.

Algo absolutamente ridículo, por cierto.

Me acerqué con los puños apretados, colocándome de cuclillas delante de él.

—¿Qué es eso?—señalé la zona lateral de su costado.

En esa parte de su cuerpo, el moreno de la piel se hallaba desaparecido por debajo de algunos moratones de tonalidad verdosa.

La propia zona estaba irritada.

Tenía aspecto de escocer bastante, y de picar también.

—Un golpe.

En aquella ocasión no puse los ojos en blanco... aunque bien podría haberlo hecho.

ME LLAMAN AL (a Hogwarts story II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora