Capítulo Veintisiete: Mentira

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Las siguientes dos semanas fueron las más largas de toda mi vida.

No sé si lo he mencionado alguna vez, pero odio los cambios.

Y justo cuando me había empezado a acostumbrar a la nueva dinámica de mi vida... ésta se modificó por completo.

El grupo de cuatro se vio reducido a dos de nuevo: Scorpius y yo.

Por una parte estaba Rose, que parecía sumamente decidida a no admitir la existencia de Scorpius en su vida.

No obstante, ni enfadada dejaba de ser una pesada, así que insistía que dos veces por semana (miércoles y domingos por la tarde-noche) me reuniese con ella en la biblioteca para discutir los avances de la misión.

Que se reducía en ella hablándome de libros y yo incapaz de seguirle el ritmo.

Nunca pensé que diría esto, pero echaba de menos que Rose se pegase como una lapa a Scorpius y a mí todo el tiempo.

Así, al menos mi amigo la aguantaba y a mí me dejaba tranquilo.

Scorpius, por la parte que le tocaba, pasó los primeros días persiguiendo a Rose. Utilizó tantas veces las palabras "lo siento" que perdieron todo significado.

Luego, comprendió que solo estaba empeorando las cosas acosándola de esa forma.

Así que comenzó a salir más con Polly Chapman, intentando seguir mi consejo y dejar a Rose en el pasado.

Aunque yo sé que, en el fondo, eso era un poco imposible.

A veces me juntaba con ellos, y por mucho que conversase con Polly, cuando Rose aparecía por algún lateral, o llegaba al aula donde teníamos clase, la atención de Scorpius iba dirigida a ella exclusivamente.

Bajo aquellas condiciones, yo me había sentido más agobiado que nunca.

Necesitaba un respiro. Hablar con alguien a quien sintiese que no le estaba molestando con mis problemas.

Unos dedos finos y suaves me tocaron la cara, sobresaltándome.

—¿Qué haces?

—Tienes mejor aspecto—Akira retiró la mano de mi rostro. Luego, me ofreció una breve sonrisa.—Aunque las ojeras aún no se te van.

—Son parte de mi encanto personal—ironicé, clavando mi mirada en el campo de quidditch.

Desde allí se escuchaba el jaleo, y las personas volviendo del partido.

Aquel día era sábado, y ni siquiera la nevada de la noche anterior había suspendido el Griffindor-Ravenclaw de aquella jornada.

Scorpius, Akira y yo nos habíamos reunido en el palco, en el que después habíamos visto a Polly. 

Aunque la chica rubia se había ido poco después pues, al parecer, una de sus amigas había descubierto que su novio la engañaba con otra, y Polly había sido requerida como apoyo emocional.

Akira y yo nos fuimos del partido cinco minutos antes. Yo odiaba quedarme hasta el último momento, porque después la gente no cesaba de acumularse.

Y odio las aglomeraciones de personas.

Scorpius sí que se había quedado.

Al parecer, había decidido hacer un último intento y esperar a Rose, que jugaba con Griffindor como nueva capitana, en la puerta de los vestuarios para intentar hablar con ella.

Me obligué a mí mismo a no centrarme en el campo de quidditch.

—¿Qué tal tu clase de Herbología?—pregunté, sacando las manos de los bolsillos para ajustarme los guantes.

ME LLAMAN AL (a Hogwarts story II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora