Capítulo Cincuenta y Tres: Theo

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 —Mierda—me detuve en seco en mitad del pasillo.

Dos personas retrocedieron sobre sus pasos hacia mí.

—¿Qué pasa? ¿Estás bien?—se apresuró a preguntar Rose.

Apreté los labios y alcé el pedazo de pergamino que sostenían mis manos en alto.

—Harriet—contesté.

—¿Qué le ocurre a Harriet?—preguntó Scorpius, arrugando la frente.

—Que es un grano en el culo—chasqueé la lengua irritado.—Acabo de entender por qué sale con James.

Observé cómo Scorpius y Rose se miraban un instante sin entender.

Que nadie malinterprete lo que estaba pasando: yo siempre he dicho que quería a Harriet, y así era.

Fue la primera persona de la que estuve verdaderamente enamorado.

Pero eso no quitaba que en aquel momento su nueva carta fuese como recibir un rodillazo en los huevos.

—Déjame que adivine—Rose levantó el dedo índice. Su mirada perspicaz se paseó por la estructura del techo:—Está enfadada contigo porque no le diste la Piedra de la Resurrección en Pascua.

—¡Uh!—Scorpius se unió al juego de las adivinanzas con ilusión.—¡Y quiere que se la envíes ahora mismo!

Ésos dos llevaban así desde que volvimos a Hogwarts, hacía algunos días.

En resumen, su relación era igual que siempre.

Scorpius trataba a Rose como a una diosa del Olimpo, mientras que Rose lo miraba por encima del hombro.

Pero Rose mira a todo el mundo por encima del hombro.

Y se besaban cuando creían que nadie los veía.

Tener alrededor las veinticuatro horas del día a dos personas que se querían era de lo más asqueroso.

—Pues sí—les tendí el pergamino, y Rose me lo arrebató de las manos:—, pero no se trata sólo de eso.

Mi prima paseó su vista rápidamente por las líneas de tinta negra mientras Scorpius se inclinaba sobre su hombro para hacer lo mismo.

Ella acabó de leer antes:

—¿Viene a Hogwarts?—alzó la vista con espanto.

Asentí lentamente.

—Ajá—confirmé.—No dice la fecha exacta, pero...

—¡Esto es horrible!

—La Segunda Guerra Mágica fue horrible. Azkaban es horrible. Las grageas con sabor a moco son horribles—abrí mucho los brazos.—Pero que Harriet venga a Hogwarts, y que se traiga al imbécil de mi hermano con ella, alcanza un nivel mayor.

—Tendremos que conseguir esa varita antes—Rose puso los brazos en jarras. Tras esos ojos azules, su cerebro calculaba millones de estrategias.—Ni de coña podríamos engañar a Harriet, u ocultarle lo que planeamos.

Concordé con ella.

Harriet era, más o menos, el resultado de combinar a Sherlock Holmes, Elizabeth Bennet y un cachorro de golden retriever.

—Espera un momento...—Scorpius, que aún mantenía la carta en sus manos, señaló un punto concreto.—Albus, ¿le dijiste a James que te morirías en pocas semanas?

Rose abrió la boca con sorpresa.

Entrecerré los ojos.

"Oh... mierda".

ME LLAMAN AL (a Hogwarts story II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora