Capítulo Treinta y Nueve: Apuestas

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-"... rebeliones en las que la población duende del mundo mágico se rebeló contra la discriminación y prejuicio hacia su especie por parte de magos y brujas. Abundaron en el siglo..."

-Voy a sacarme los ojos lentamente con una cuchara-apoyé la cara en mis manos, aburrido.

Recibí un pequeño toque en el hombro izquierdo por parte de Scorpius.

-¡No digas eso!-chistó él, horrorizado.-La mutilación es un crimen penado en la Constitución del Reino Unido, en la sección de Petición de Derechos.

-Entre esa Petición de Derechos se les olvidó añadir como crimen las clases del profesor Binns-respondí, devolviendo la mirada al viejo fantasma.

Éste no hacía más que leer un grueso tratado.

Tenía una voz que nunca cambiaba de tono y que te taladraba lentamente el cerebro:

-"Su sucesor, Basil Flack, duró sólo dos meses en el cargo, hasta que los duendes se aliaron con los hombres lobo. Entonces, Hesphaestus Gore..."

Escuché un ronquido detrás de mí.

Al volverme, vi cómo Harvey Chicks, de Ravenclaw, babeaba el libro de Historia de la Magia.

Fruncí el ceño. "¿Por qué duerme abrazado a una botella de tequila?"

Negué con la cabeza, y volví a sentarme bien en mi silla.

-Eh-susurré en dirección a Scorpius, que estaba muy concentrado siguiendo la lectura de Binns en su propio libro.-Eh. Scorpius.

-¿Qué?-susurró de vuelta él.

-¿Por qué llevas ya puesto el uniforme de quidditch?-le pregunté, intentando crear un poco de conversación.-El partido no es hasta dentro de media hora

Scorpius se asomó por el lado de su libro, que estaba apoyado de pie en la mesa.

-No estaba seguro de cuándo debía ponérmelo-se llevó las manos a la boca.-Albus... no sé si puedo hacerlo.

-No es como si fuese tu primer partido...

-¡No me refiero a eso!-Scorpius miró a un lado y a otro, nerviosamente, y al darse cuenta de que había alzado el tono de voz, lo bajó inmediatamente:-Me refiero a que no sé si podré competir contra... ella.

Seguí el gesto de cabeza de mi amigo hasta la primera fila de la clase.

Donde una Rose despeinada se afanaba en escribir apuntes en su cuaderno.

-Ya...-comenté.-Bueno, he oído que le han curado la rabia, así que...

Scorpius ladeó la cabeza y puso un gesto de dolor.

-Va a ser lo peor-murmuró, igual que cuando tienes dolor de muelas.-Si juego lo mejor posible, perjudica a Rose. Y si no juego bien o no lo doy todo de mí, entonces el equipo estará enfadado conmigo... y con razón.

Mi amigo se pasó las manos enguantadas por el cabello, angustiado.

-Mira el lado positivo-me incliné hacia su mesa.

-¿Y cuál es?

-Te toca a ti averiguarlo. Tú eres el positivo de los dos, no yo. Lo único que puedo ofrecerte son maneras de sacar de quicio a Rose antes de tiempo.

Con los brazos en la mesa, Scorpius soltó un quejido y cerró los ojos mientras dejaba caer la cabeza.

-Ser el positivo da mucho trabajo-suspiró con la mejilla pegada al libro de Historia de la Magia.-Ahora que lo pienso, ¿por qué decidimos que yo sería el optimista de los dos?

ME LLAMAN AL (a Hogwarts story II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora