Diecisiete.

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Las piernas de Éire se tensaron alrededor de mi cuello, apreté con fuerza suficiente para hacerle entender que se tenía que quedar quieta, el lugar ya era lo suficientemente reducido y ella no ayudaba a mi posición

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Las piernas de Éire se tensaron alrededor de mi cuello, apreté con fuerza suficiente para hacerle entender que se tenía que quedar quieta, el lugar ya era lo suficientemente reducido y ella no ayudaba a mi posición.Intentó cerrar las piernas cuando mi lengua palmeo sobre su clítoris y bajé en zic zac por toda su abertura.  Solté una de sus piernas para alcanzar sus pequeños, fruncidos y totalmente comestibles pezones, y lo pellizque con fuerza. Se suponía que sería un tipo de reprimenda, pero en su lugar la niña gimió y se retorció con más ganas.

—¡Oh, Kade! —sentí mis ojos revolotear por la excitación, era exquisito, escuchar sus gritos rebosantes de placer mientras la follaba con mi lengua. Probablemente jamás me había gustado hacer tanto un oral, era muy diferente cuando la mujer te instruía para que lo disfrutaras tanto como ella. Por supuesto, jamás en la vida aceptaría que fue por su ayuda. Alejé sus piernas de mis hombros, y me levanté del piso de la camioneta, donde había estado arrodillado. Acomodé la punta de mi polla en su entrada y con una simple embestida la penetré, mi pene se hundió por completó en ella hasta que sentí nuestras pelvis chocar. Una. Dos veces y me salí de inmediato, deseando con más ímpetu ver sus pálidas tetas rebotar.

Jale su brazo para tomar su lugar en el asiento, su cuerpo sintiéndose liviano y caliente. —Siéntate en mi cara. —mi voz apenas era un susurro ronco. Mientras me acostaba ocupando todo el lugar, dejando un espacio a los lados de mi cabeza para que sus piernas se acomodaran bien. Éire soltó una risita divertida y paso su larga pierna por encima de mi cara, le mordí el muslo con fuerza, haciendo que soltara un chillido.

—Te voy a quebrar esos malditos dientes. —farfulló con la boca apretada, al mismo tiempo que chocaba su rodilla contra mi mejilla derecha. Sonreí con malicia, en el momento que Éire bajaba su cuerpo y su vulva quedaba en mi boca, saque la lengua, lamiendo el clítoris con suavidad, y raspandolo poco a poco con los dientes, los gemidos de Éire se volvieron gritos cuando sin previo aviso, hundí dos dedos dentro de ella, rozando el punto que la hacía echar el cuerpo hacía atrás para dejar expuestos los senos. Oh, mierda. Malditamente deliciosa, estaba por venirme viéndola solo restregarse, brincotear y tratando de escapar de mi boca cuando ambos nos quedamos completamente quietos al escuchar un par de sonoros golpes en la ventana del frente.

—¿Kade? —cerré los ojos con fuerza. Reconocí de inmediato las voz ronca de Facundo—. ¿Kade, eres tú?

—¿Qué mierda Kade? —susurró la niña infernal tomando su blusa del suelo e intentando cubrirse el pecho con ella. Los vidrios se encontraban empañados, y como punto extra eran polarizados, por lo que Requena no alcanzaría a ver nada.

Le informé ese hecho, pero no pareció apaciguar la inquietud y el desconcierto en sus ojos. Llevé un brazo por encima de mis ojos, maldiciendo infinitamente a mi estúpido hermano. Todavía nos quedaba un condón, y por la mirada en el rostro de Éire, era casi un hecho que ya no lo usaríamos—. Si no hacemos ruido se va a ir.

—Venga Kade, ya sé que eres tú hombre, no es que sea muy difícil adivinarlo. —su risa burlona alcanzo a ahogarse dentro de la camioneta. Dando a entender que probablemente había escuchado los gemidos y gritos, y el movimiento de la camioneta en general.

Barrabrava.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora