Veintinueve.

98 14 5
                                    

Dos días antes

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Dos días antes.

Intercalé la mirada entre los hilillos sueltos que intentaba desprender de mi suéter, y Lenz. Y también intentaba no removerme en mi asiento tan continuamente, porque como que me ardía la cola.

Solo un poco.

Era una sensación extraña a decir verdad. Era un ligero ardor, sobretodo a la hora de sentarme

Seh, no estaba segura de que tanto valía la pena seguir con el rollo anal.

Volví a mirar a Lenz, que aún no se movía de su lugar en el sillón desde hace horas. Habían sacado a Milan a rastras de la casa en el momento en el que dijo lo de mi padre, no me habían dado tiempo ni siquiera de perder el control. Y León se llevo a Sam porque parecía que explotaría en cualquier momento, por la evidente grieta que se formó entre Milan y yo. Grieta que no tenía porque interferir en la barra, pero Sam todavía no lo veía de esa forma.

Porque lo que hiciera con mi jodido culo no era asunto de ni uno de ellos.

—Le estoy dando un montón de vueltas al asunto. Y no logró entender como mierda paso esto, Éire. —por fin tomo otra posición. Apoyando los codos sobre sus rodillas.

Lo miré directamente a los ojos. Sus ojos siempre habían sido medio caídos, melancólicos. Y su forma cobraba más fuerza con la evidente preocupación que mostraba.

Deje salir aire por mis labios, inflando las mejillas con exageración. —No lo sé, Lenz. Solo... llegó un día al pub y me lo...

—¿El pub? —interrumpió—. ¿El pub donde vamos casi todos los días a cenar? —miré hacia mi derecha por un mili segundo, bueno, uno pensaría que eso era evidente dado que ahí trabajaba y todo eso.

Decidí no hacerme la listilla, y simplemente asentí.

—¿Y por qué demonios nunca lo vimos? —se recargó en el respaldo del sillón con los brazos cruzados. Sabia de la frustración que estaba experimentando en ese momento. Como si creyera que todo sería diferente si ellos hubieran intervenido antes.

Me gustaría pensar que no.

Porque, en contra de mi maldito orgullo, me gustaba demasiado lo que tenía con Kade. Aún.

—Solo... lo propuso —pude ver sus músculos tensarse por la esquina de mi ojo, sentí que estaba apunto de soltar un sermón, y como no lo quería escuchar, hablé yo: —¡Y no sé, caray! ¡Tenía mucho tiempo sola! Y él idiota esta bueno —apunté hacia la puerta, culpando a Kade por estar tan comestible—. Y algo me dijo que era verdad que no diría nada.

»Creí que era un simple capricho de él ¿vale? —suspiré con cansancio después de un momento de silencio. Imité la posición de Lenz en mi lugar—. Pensé que los dos saciaríamos las ganas después de unas cuantas folladas, ¡yo que sé! Ni siquiera consideré la idea de que ustedes se enterarán porque pasaría tan rápido que quedaría como un borrón de caca en mi año.

Barrabrava.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora