No es que el grito del narrador del partido fuera más importante de lo que Éire y yo estábamos haciendo en el momento. Pero era un gol. Un gol en el último minuto. Un gol de un equipo de otro país que sinceramente nos valía tremenda mierda. Pero ese gol, ese gol le daba el pase al Real Way a semifinales, una semifinal ya estaba definida, y en la otra, Ocaso esperaba su rival.
Real Way sería su rival.
Los dos nos quedamos mortalmente quietos en lo que veíamos la repetición, un tiro de esquina al minuto 90+5. Cabezazo del portero que se elevó y giró su cabeza perfectamente para encajar la pelota en la red, justo bajo el brazo y sobre la pierna del portero rival. Una lenta sonrisa se extendió por mis labios, al mismo tiempo que Éire aspiraba entre sus dientes y susurraba no-tan-quedamente un "mierda".
Teníamos más de dos años sin un duelo entre Real y Ocaso en instancias como cuartos de final o semifinales, ni hablar de una final. Todavía no llegaba el día donde aquello fuera una posibilidad. Mi sonrisa se extendía a lo ancho de mi rostro cuando volví a mirar a Éire, no tenía ninguna expresión en su jodida y linda cara, aún miraba hacia la pantalla, sus rasgos perfectamente en calma. Cuando por fin se digno a voltear a verme, sus regordetes labios se fruncieron tratando de no sonreír, y rodó los ojos en su lugar.
Lleve el brazo que se encontraba sosteniéndola por la cintura hacia su nuca, y la pegué a mis labios con fuerza, Éire respondió de inmediato, separándonos cada dos o tres segundos para volver a unirnos con más ímpetu.
—Esto será tan jodidamente divertido. —murmuré sobre su boca, ella soltó una risilla en respuesta.
Aquello significaba dos cosas, porque la Super Cup, tenía juego de ida y vuelta, el juego de ida tendría cabida en nuestro estadio, el de vuelta en la gran cagada de Ocaso. Y por nuestro actual historial, cosas interesantes pasarían en ambos derbis. Por otro lado, lo otro divertido tomaría lugar justo ahora, porque en el momento que mi dedo volvió a su trabajo, Éire tomo una respiración profunda y cerro los ojos, reposando su frente contra mejilla.
Empecé haciendo ligera presión en la pequeña entrada, sin dejar de acariciar su cadera con mi otra mano, hasta que esa ligera presión comenzó yendo más profundo. Sus suspiros y su aliento fresco chocando en mi oído, sentía mi pene sacudiéndose cada pocos segundos, casi siempre yendo de la mano cuando la punta de mi dedo lograba entrar en la almendra. Estaba haciendo lo necesario para que Éire lograra estar relajada, para que me permitiera entrar entre sus blancas y redondas nalgas, se había convertido en una especie de adicción, casi como que no podía pasar un día sin una probada de ese precioso culo.
Los pantalones que usaba no le hacían jodida justicia.
Y a pesar de que lograba que Éire se mantuviera ligera, yo me sentía con una jodida tensión que me hacía doler todos los musculos.
Mis dientes chocaron cuando su mano volvió a retomar el ritmo sobre mi pene, yendo de vez en cuando más abajo y sobando mis bolas.
Poco a poco, mi dedo tomo profundidad, y luego estaba dentro hasta el nudillo. Y Éire gemía cada vez con más fuerza, sabía que estaba intentado contenerse, los pequeños sonidos que salían de su garganta antes de gemir la delataban. Cuando por fin mi dedo pudo estar por completo adentro, me tome un segundo para dejar que se acostumbrara.
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Barrabrava.
General FictionÉire lleva toda su vida siendo un Casuals, llevada desde niña al estadio Grand Montagne por su padre, Éire vive por y para su equipo, por y para su hinchada. Con la muerte de su padre, queda un lugar disponible en los líderes de Los del infierno, l...