Capítulo 7

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Candy se tumbó en la cama y envolvió la almohada con sus brazos. Estaba tan cansada, -Lloré tanto durante estos tres días, lo que probablemente no he llorado durante un año...- 

Es tan triste no poder contar con un familiar cercano que te acompañe, que te aconseje...¡si tan solo tuviera una mamá que la consolara en momentos de aflicción!.

Candy parecía estar haciendo todo bien, era buena amiga, deseaba la felicidad de todos, actuaba de acuerdo con su conciencia, pero de alguna manera resulta que las cosas a veces no son como a ella le gustarían ... ¿Le dio algún motivo a Archie para que pensara que le iba a corresponder?...¿o a Neil?...no, nunca, nunca pensó de ese modo y en cuanto al sr. Albert, no debió de haberlo ofendido, él solo quería animarla, pero ella se portó tan grosera debido al mal rato que estaba pasando.

-Tengo que hacer las paces con el Sr. Albert mañana.- pensó muy decidida. Pero eso no quiere decir que se arrepienta de su deseo de renunciar al apellido Andrew, ella no puede vivir según las reglas de esta alta sociedad, ella es diferente, ama su libertad y quiere elegir su propio camino en la vida.

¿Porque el Sr. Albert ...-Oh, solo Albert,- repitió, le tuvo que pedir que le llamara solo Albert a secas?, si para ella es muy difícil eliminar la palabra "señor" de su léxico cuando se refiere a él. Pero lo tendrá que hacer para darle gusto a su querido amigo.

Por la noche soñó a Neil, él la llamaba a gritos "señorita sufragista" echándose a reír estrepitosamente, se despertó con dolor de cabeza, debido a eso casi llega tarde al hospital.

Salió corriendo de su departamento y tropezó con un montón de rosas pisoteadas...las que una noche anterior le rechazó a Neil y en sus ojos apareció claramente una imagen: ¡ese malvado!...seguramente al haber sido rechazado, sacó su ira con las indefensas flores.

-¡Que animal!.- Candy lo maldijo, mientras recogía los tallos rotos que parecían suplicar compasión. - Algunas personas simplemente no tienen remedio.-

Regresó a su departamento y puso las rosas mutiladas en un florero quitando todos los pétalos marchitos, al fin le pareció que las que había podido recuperar lucían bien, les guiñó un ojo y corrió a trabajar.

Durante el almuerzo, la rubia le envió una nota a Albert, informándole que iría al día siguiente a su oficina ya que ella trabajaba por el momento en el turno nocturno y por la tarde estaría libre.

Escribió la nota, como si no hubiera malentendidos entre ellos, como si no hubieran discutido con anterioridad, con el corazón alegre Candy bajó las escaleras dispuesta a ir a su departamento: la jornada laboral resultó excelente y se sentía satisfecha por haberle mandado la nota a su querido amigo, todo está saliendo bien, parece que los malos ratos han quedado atrás.

-Ahora visitaré a Archie y espero poder hablar de alguna manera con Annie.- se animó, pues está segura que su vida volverá a la normalidad.-

- ¡Hola Candy!.-detrás de ella escuchó la voz tan odiosa que le resultaba muy familiar, pero ella no volteó solo levantó la barbilla y aceleró el paso.

-¡Candy, tienes el cierre de tu vestido abajo!.- la rubia se dio la vuelta asustada a checar que todo estuviera en orden y se topó frente a frente con Neil.

-¡Me mentiste!.-

-Ja ja ja...pensé que estabas sorda.- y estalló en carcajadas, ella simplemente se dio la vuelta y siguió caminando, pero el obsesivo joven no se quedó atrás.

-Sabes que solo eres un sinverguenza,- dijo Candy mientras sequía caminando. - Cada vez que veo tu comportamiento, me pregunto cómo puede una persona ser como tú. –

Vorágine de pasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora