Capítulo 17

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Una tarde, Archibald Cornwell conducía su automóvil por las calles de Chicago, de repente vio algo a lo lejos que lo hizo estremecer, su corazón dio un vuelco y de momento se congelo, para en un segundo volver a latir con fuerza.

Tal sensación ocurre cuando ves algo que no puedes imaginar más que en una pesadilla, cuando la realidad se derrumba, cuando algo que resulta imposible está ante tus ojos y no puedes hacer nada al respecto.

Enfocó nuevamente su vista y si, era ella definitivamente, reconocería sus rizos dorados entre miles de cabelleras pero...no estaba sola: un hombre caminaba imponentemente junto a ella y con una mano la tomaba por el hombro.

Archie detuvo el auto, bajó de prisa de este y comenzó a caminar detrás de la pareja a una distancia prudente, escondiéndose entre la multitud y algunas veces deteniéndose detrás de las luminarias.

No tuvo tiempo de pensar por qué estaba haciendo esto; no tuvo tiempo de pensar por qué estaba tan asustado cuando vio a Candy con un tipo que no reconocía, no tuvo tiempo de pensar en nada. Él solo se movió tras ellos.

Se atrevió a acercarse un poco más y se dio cuenta que el hombre al lado de Candy le era muy familiar, incluso viéndolo de espaldas; su andar, su cabello e incluso su ropa le eran familiares a Cornwell, pero esa suposición era tan ridícula y monstruosa que era imposible pensar en ello sin que se estremeciera.

El brazo de la rubia se alzó y tímidamente se ciñó a la cintura de su rival, sintió como una punzada atravesó su corazón y sus ojos comenzaron a oscurecerse. Y aquí está en el Parque Nacional de Chicago...

La pareja caminó por los senderos y llegó a un hermoso lago. El resplandor del sol jugaba en la superficie del agua y el joven Cornwell se agachó detrás de un árbol.

Los tortolitos estaban ahora de perfil y Archie pudo distinguir con claridad los rasgos de ambos: una nariz chata, unas coletas rubias rizadas y pestañas largas, su mirada se dirigió al rostro del hombre: un perfil bastante agradable de un hombre aristócrata, que solo estaba arruinado por una boca cínica y por unos párpados entrecerrados, lo que le daba a su rostro una expresión arrogante.

-¡Daniel Leagan!...-

Él le dijo algo a Candy y ella se echó a reír y cuando se ríe, se ve tan ...

Y luego sus caras se acercaron y se besaron con apenas un toque de labios. Archie se obligó a mirar hasta el final, luego dio un paso atrás en silencio y cuando salió del parque, corrió hacia el auto.

No tenía que haberse escondido, de todas maneras ellos estaban tan absortos en ellos mismos que no se fijaban en nadie más a su alrededor.

Cornwell se subió al auto y golpeó el volante violentamente con sus puños...¡ésto es imposible! ¡No!...

Candy lo había rechazado hacía mucho tiempo, incluso entonces él lo aceptó. Aunque en algún lugar de su alma, todavía soñaba con ella, pero cuando parecía haberse conformado con su mala suerte, se imaginaba a su amada con un hombre digno de ella.

Era una especie de ideal masculino en el que podía confiar, que podía entregarle a su amada a sabiendas que ella lo escogería libremente y que podría ser incluso mejor que él en todos aspectos.

Pero...de todos los hombres que se le hubieran acercado, ella eligió al más indigno, al más repugnante, al más ... Candy y esa basura, ¡ni siquiera es un hombre!, es un ser ruin e insignificante, una bestia sin corazón, ¡un desgraciado cobarde!...y ella, ¡ella está con él!.

Era algo tan monstruoso que simplemente no cabía en su cabeza.

Ésa maldita escoria la besa, la abraza, camina a su lado, ni siquiera es digno de pisar el suelo que ella pisa.

Vorágine de pasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora