Capítulo 9

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Habiendo completado su turno, la rubia se estiró y bostezó, era su día de descanso y solo deseaba llegar a su casa, cubrirse con sus cobijas en su cómoda cama y quedarse dormida para no pensar en nada.

Ella desairó al Sr. Albert pues estaba asustada, él actuó tan extrañamente,... ¡El Sr. Albert la ama!, -negó con la cabeza. Es necesario dormir, la decisión correcta vendrá con una mente despejada, pues el estado de confusión en el que se encuentra no le ayuda a decidir que hacer al respecto.

Candy tomó su bolso y balanceándolo ritmicamente, bajó corriendo las escaleras.

-¡Hola Candy! – el sonido de la voz que se le hacía familiar rompió el silencio del despejado atardecer, guardando toda su compostura, pasó silenciosamente junto al auto rojo, sin girar la cabeza para atender el llamado del desagradable sujeto.

Por supuesto, en menos de un minuto, el incisivo pretendiente la tomó por el codo.-¡Candy!... te estoy llamando, ¿acaso estás sorda?.

Candy sacudió su brazo. -Creo que el sordo eres tú, recuerdo haberte dicho que no quiero que me lleves a ningún lado.-

Él se rio y sus dientes blancos brillaron en la obscuridad.

-La palabra "no" de una chica soltera a un hombre soltero, guapo y millonario, solo significa una cosa: no te he estado cortejando lo suficiente.-

La rubia aceleró el paso y Neil corrió a alcanzarla y se paró frente a ella, bloqueandole el camino.

-Entiende de una vez por todas, todo lo que hagas es inútil, tu insistencia en seguirme solo empeoran las cosas, te dije que nunca podría estar contigo.-

Su rostro permaneció tan sereno como si sus palabras no le afectaran en absoluto, le sonrió con indulgencia como a una niña pequeña y le dijo:

-Candy, deja de luchar contigo misma y contra tus sentimientos, eso es lo que realmente te asusta y te frustra, pero eso pasará y terminarás por confesártelo a ti misma.

-¿Confesar que?.-

-Que me amas...tu comportamiento hacia mí es el de una mujer enamorada, tus palabras salen sobrando, puedes huir de mi pero no de lo que sientes por mi.-

Candy miró su atractivo rostro audaz y sereno, le pareció que un torbellino la estaba golpeando nuevamente...¿Por qué está escuchando estas tonterías? ¿Por qué está en el medio de la calle con este insensato?.-

-No quieres subir al auto porque tienes miedo de que tus sentimientos por mi afloren y no puedas ocultarlos más cuando me acerco a ti.- y se echó a reír como si pudiera leer sus pensamientos.

-¡Qué locura! .-Candy apretó los puños, estaba abrumada por la ira, giró sobre sus talones y casi corrió hacia el auto, abrió la puerta y se dejó caer en el asiento cerrando la puerta con fuerza.

Candy levantó la barbilla y miró al dueño del automóvil que acababa de sentarse en el asiento del conductor..

-¡Te demostraré que estas muy equivocado, nada de lo que dices es cierto!.- repitió ella.

-Sí ya entendí,- dijo Leagan pacíficamente, sonriendo para sí mismo pues se estaba saliendo con la suya, cayó en su juego y entró al auto por su voluntad.

Se volvió hacia la rubia y otro truco se le vino a la mente,

-No has cerrado bien la puerta mi querida rebelde,- dijo Neil e inclinándose sobre la chica, extendió su mano para abrir y cerrar la puerta nuevamente. Sus caras estaban muy cerca y Candy pudo oler su cálido aliento y el olor a colonia cara y algo más, casi le tocó el pecho, casi, es decir, todo estaba en orden hasta ese momento...pero con esa proximidad se sintió súbitamente turbada.

Vorágine de pasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora