Capítulo 36

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Miles de pensamientos pasaron por la cabeza de Neil, entre los cuales estaba simplemente tomar a Candy de la mano, subir al auto y presionar el acelerador, ¿o tal vez debería invitar a pasar a ese estúpido bastardo y ofrecerle una taza de té?.

Pero ninguno de estos pensamientos parecía apropiado y él simplemente estaba perplejo mirando cómo el hombre que odiaba se acercaba cada vez más. Fue tan aterrador y doloroso para él ver al objeto de sus celos tan cerca de su amada que simplemente no sabía qué hacer.

Este actor estaba ahí parado y sí, era justo admitir que su rostro era atractivo y que su cabello largo como el de una mujer, ondeaba en el viento. Estaba vestido igual de vulgar y pretencioso que siempre lo que, por supuesto, se suponía que cautivaría al sexo femenino.

¡Maldito...mil veces maldito!...

Terry al acercarse a ellos, también sintió una creciente confusión. Se apresuró hasta llegar aquí, decidido a salvar a la chica que le prometió que sería feliz.

Corrió al encuentro de su pecosa rezando para que no fuera demasiado tarde, pensó que Candy estaba en problemas, pero ahora que ya estaba muy cerca de ella, sintió que algo andaba mal.

Ella cambió de alguna manera y ni siquiera fue porque ya no se peinaba con sus dos coletas, lo que era habitual en ella y ni siquiera porque su rostro era diferente, facciones más maduras o incluso su figura, pues ya era toda una mujer.

Había algo completamente diferente. La sorpresa se dejó ver en los rostros de Candy y Neil y luego, cuando se voltearon a ver el uno al otro pareciera como si se hicieran algún tipo de pregunta comprensible o buscaran apoyo mutuamente, Terry se percató de que ese tipo de compenetración o complicidad, no sabría explicarlo bien, solo podría darse entre personas muy cercanas, se le hacía muy difícil de creer.

Y así, Terry siguió sintiendo aún más incertidumbre, condujo hasta aquí, imprimiendo toda la velocidad de la que era capaz e imaginando vívidamente cómo irrumpiría en la mansión de los Andrew, como en la guarida de una bestia salvaje, pelearía con Neil y liberaría a Candy de sus garras, pero ahora ...no es el escenario que él imaginó.

Candy y Neil lo miraban, sus ojos verdes y sus ojos marrones, la cara de la rubia estaba tan pálida que sus pecas se volvieron aún más notorias y las mejillas morenas de Leagan se obscurecieron aún más.

Grandchester se detuvo y Candy bajó los ojos. Sus largas pestañas proyectan sombras en sus delicadas mejillas. Reinó el silencio en el aire.

-Propongo no hacer la escena delante de mi madre y mi abuela,- dijo Neil en voz baja.

Terry siguió su mirada y sonrió. -En mi opinión, la escena ya está en marcha.-

-Estás equivocado, ya nos vamos.-

-No sin antes aclarar lo que he venido a hablar con Candy.- entonces Daniel que cargaba una maleta, la depositó en el suelo y se acercó a su enemigo. – Sigueme, vamos al jardín.-

El joven actor asintió, pero no pudo apartar los ojos de Candy. Neil se dio la vuelta y miró a su novia. -Candy ...- empezó a decir, pero de repente la pecosa lo miró y y sin apartar sus ojos de él, habló rápidamente. -Yo ... no iré, necesito ir adentro de la mansión.- retrocedió y dándose la vuelta, corrió escaleras arriba.

Los hombres la vieron irse hasta que desapareció por la puerta. -¡¿Por qué no me mira ?! ¿Por qué escapó de mi? .-Se preguntó Terry.

-Sí, eso es lo correcto, ella no tiene nada que ver con este asunto, lo resolveré yo mismo, ni permitiré que ellos crucen palabra.- sentenció Neil.

Vorágine de pasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora