Capítulo 34

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Neil arrugó la enésima hoja de papel garabateada y la tiró al suelo.

¡Maldición! Todo lo que intentó escribir no lo convencía en lo absoluto. Y la idea misma de responder la carta de Terry, se le antojaba absurda. Pero ese era el menor de los males.

Neil no podía permitir que Candy contestara la carta por ella misma. No es que no confiara en su novia, pero todo ese guion de despedida no prometía nada bueno.

Después de escribirle ésta última carta, ella lo recordará una y otra vez, volverá a tenerlo en sus pensamientos y llorará ...¡no!, no lo va a permitir.

También era peligroso no responder en absoluto: él vendría y comprobaría si Candy se va a casar con él por su propia voluntad y la vería y hablaría con ella.

Es inadmisible de todos modos...por lo tanto, el propio Daniel decidió asumirlo, él responderá a esa maldita carta en este momento mientras Candy está descansando y si a la mañana siguiente le pregunta al respecto, le dirá que simplemente no quería preocuparla y le respondió él mismo.

Si su amada se enoja por el hecho de que él decidió involucrarse, él está listo para lidiar con su descontento, pero prefiere eso a que ella sea la que le escriba.

Neil mordisqueó la punta de su pluma, la carta debe ser convincente y llena de dignidad y con palabras llanas y concisas para que ese maldito actor de quinta no quiera venir a comprobarlo por él mismo.

Neil se reclinó en su silla y levantó la vista. Ante él flotaban recuerdos del pasado lejano. ¡El colegio San Pablo!.

¡Dios, cómo odiaba a ese bastardo! Si le hubieran preguntado a quien odiaba más, a Candy o a Terry, Neil no tendría dificultades para responder.

El odio hacia Candy en su niñez, era por cuestiones familiares, él y su hermana sintieron invadida su privacidad con su llegada...pero ese Grandchester ...¡odiaba todo sobre él!. Su comportamiento insolente, sus vicios, su odiosa cara bonita que atraía a todas las chicas, incluida su hermana, su forma de vestir, su apariencia, su indiferencia a la opinión de los demás.

Pero, sobre todo, odiaba el hecho de que Terry se metía constantemente en sus asuntos. Leagan suspiró...aunque tal vez debería estar agradecido con él por detenerlo cuando se burló de Candy, pero ...¡que demonios!, eso no era asunto suyo.

Los pensamientos sobre este hombre le recordaron a Neil lo peor de sus acciones, y ese hombre los reveló y por eso, también lo odiaba.

Y sin embargo, aunque nunca lo habría admitido, lo odiaba por ser más fuerte que él y también porque Candy lo amaba, esto no lo puede olvidar, tal vez ya no lo vea como una amenaza, pero no por eso va a bajar la guardia.

Neil volvió a suspirar y sumergió su pluma en el tintero. –ya no lo pensaré demasiado, lo que sea que salga estará bien, es darle mucha importancia a un mentecato como ese.-

Así que comenzó a escribir rápidamente, imaginándose a sí mismo y a su enemigo como cuando tenían quince años e intentando no volver a leer lo que escribiera primero.

"Terry:

He hecho una docena de intentos por responder a tu carta, ninguna me satisfacía, pero te lo explicaré sin rodeos, Candy y yo nos casaremos pronto, mis intenciones para con ella son muy serias. No voy a discutir los detalles de nuestra relación, ni con los periodistas, ni con mi familia, ni mucho menos contigo. Considero que tu duda de que mi novia haya aceptado mi propuesta matrimonial por su propia voluntad es ofensiva para mí y tampoco voy a comentarlo. Espero que mi respuesta sea lo suficientemente convincente para que ya no recibamos más cartas tuyas de este tipo.

Vorágine de pasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora