Capítulo 35

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-¿Quien es? - La voz de Neil se escuchó casi de inmediato, lo que significaba que todavía estaba despierto.

La timidez se posesionó de la pecosa. No es demasiado tarde para regresar a su habitación, no era demasiado tarde ... pero entonces la puerta se abrió y Daniel la vio a través de la obscuridad.

-¿Candy?.- Sus cejas oscuras se alzaron con extrañeza, tratando de distinguir la figura frente a él.

-Sí, soy yo ...- susurró ella suavemente mirando ansiosamente el rostro de su amado. Ella llevaba en su mente esa variedad de pequeños detalles para recordarlos cuando se encontrara lejos de él: sus pestañas oscuras, los ojos en los que bailaban los demonios, sus labios, su cabello.

- ¿Pero qué pasó Candy? - Neil se preocupó, la tomó de las manos y la condujo al interior de la habitación, cerrando la puerta. –Todo tu cuerpo tiembla, tienes las manos heladas ... ¿Qué sucede? ¿Alguien te ha molestado?.- Daniel tomó sus manos entre las suyas y las apretó, tratando de calentarlas.

Candy sintió que los colores se le subían al rostro, solo ahora se dio cuenta que Neil ya se estaba desnudando cuando ella llegó, pues su camisa estaba desabotonada.

-¡Nadie, nadie me molestó! ...-respondió tratando de esquivar su mirada. Candy se dio cuenta de que la respuesta depende de lo que ella diga ahora, si la besará ahora o no y la confusión la tomó con renovado vigor.

La rubia vio a hombres desnudos muchas veces, es una enfermera, pero ahora, al ver a Neil con la camisa abierta, la asaltó el calor, obviamente, esos eran solo pacientes pero lo que siente ahora es completamente diferente.

-¿Qué te pasa cariño? ¿Por qué me miras así?.- Neil tomó a Candy por los hombros y le tocó la piel desnuda, lo que hizo que sintiera como un escalofrío recorrer todo su cuerpo.

-Yo ... quería verte,- respondió la chica en voz baja, su mirada estaba llena de amor y deseo por él, así que dando un paso al deleite, Neil envolvió a Candy en un abrazo, de inmediato sintió el delicado cuerpo de su amada a través de la delgada tela de su camisón, sus manos que la habían extrañado le revolvieron el cabello, bajaron lentamente por su espalda y la apretaron aún más, Candy sintió su musculoso pecho, cubierto parcialmente por la delgada tela de su camisa entreabierta, lo tocó suavemente y la sangre comenzó a hervir en sus venas.

Neil apartó un poco a Candy y mirándola a los ojos, se acercó y la besó.

La besó al principio suavemente, con ternura, luego, sintiendo que ella le respondía, sus besos se volvieron más insistentes, más atrevidos, pasionales y Candy apenas se podía mantener en pie debido a esa deliciosa sensación que le provocaban los labios de su amado.

No quería pensar en nada, solo en que esos besos continuaran para siempre, sintió como si estuviera cubierta por una ola cálida y apretó su cuerpo aún más cerca de él.

Obedeciendo el instinto, sus manos corrieron sus hombros, sintiendo cada músculo de su cuerpo, luego tocó su pecho, se detuvo por un momento, empujó la tela de la camisa como un obstáculo innecesario, y ahora sus dedos tocaron toda esa morena piel desnuda.

Daniel se estremeció ante su toque y miles de sensaciones recorrieron su cuerpo, pero se apartó, empujando suavemente a su chica que se aferraba a él.

-No Candy, no deberíamos hacer esto ahora.- al escuchar las palabras de Neil ella sintió como si hubiera despertado de un maravilloso sueño, solo quería sentir el calor de sus manos nuevamente, escuchar el latido de su corazón, quería sentir su intimidad, disolverse en él.

Se inclinó hacia adelante inconscientemente, intuitivamente y sus manos lo tocaron nuevamente

-Neil, no puedo estar sin ti, me siento mal sin ti, te necesito... –

Vorágine de pasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora