Capítulo 50

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Ella quería llamar a Neil, pero él estaba rodeado por una multitud de parientes y, muy probablemente, no vio nada.

-¡Madame!..- Candy corrió apartando a los que estaban a su alrededor, sin prestar atención al hecho de que le daban la mano tratando de abrazarla. El velo se deslizó de su cabeza y cayó sobre el verde césped.

El olor a naranjas ... algo tan familiar...dolorosamente familiar ... ¿madre? La niña corrió por el jardín alejándose de la iglesia, tratando de percibir ese olor. Ah, ¿por qué, por qué cerró los ojos? Ella ni siquiera pudo ver el aspecto de esa mujer.

-¡Candy!.- Los niños huérfanos que habían corrido tras de ella, la tomaron de las manos y la rodearon. -¡Eres tan hermosa, pareces una princesa!.- ¿Son reales estos diamantes? – exclamó Sandra, pero ella, después de murmurar algo ininteligible, se liberó rápidamente de sus pequeñas manitas y siguió adelante.

La chica recorrió todo el jardín, pero no encontró a la mujer ni ese olor a naranjas, por alguna razón, no quería ver a nadie y siguió hasta un pequeño árbol en cuyo tronco se recargó.

Candy miró pensativamente hacia adelante, tocando su fino y delicado pañuelo. El olor a naranjas...¡naranjas!.

-¡Acabamos de casarnos y ya decidiste huir de mí! - Una voz familiar vino desde atrás. Neil estaba sonriendo cuando se acercó y abrazó a su esposa por la cintura, lo dijo en tono de broma, pero cuando ella se dio la vuelta, tenía una expresión tan triste que Daniel inmediatamente se puso serio.

-¿Qué pasa amor?.- Pregunto. Candy se liberó de su abrazo y puso sus manos sobre sus hombros, mirándolo a los ojos. -¡Neil ...la pude oler... el olor a naranjas!, una mujer desconocida me felicitó, me abrazó y súbitamente desapareció, ella...lloraba estoy segura.- dijo.

Parecía que la rubia quería decir algo importante, pero no podía expresarlo.

Neil frunció el ceño. - ¿olor a naranjas? - Preguntó, tratando de entender de qué estaba hablando su amada esposa-

-¡Sí!...ya sabes.- Candy apartó los ojos y miró el resplandor del sol sobre las hojas de un árbol, como si estuviera en algún lugar lejano.

-Probablemente, esto no tiene sentido...pero ese olor de alguna manera me recuerda a mi madre, mi madre olía así. ¡Lo recuerdo perfectamente! - Dijo las últimas palabras con angustia, parecía que intentaba convencerse a sí misma de que lo que decía era verdad.

-Pero, amor, tú no puedes recordarla, después de todo, tú ...-Neil se detuvo en seco al darse cuenta de que sus palabras podrían sonar crueles, pero continuó después de una pausa, -Tú ... solo eras una bebé.-

-Sí, tienes razón. - Candy se dio la vuelta y se recargó en el tronco del árbol con la palma de su mano. -Sí, tienes razón, por supuesto, cierto ... no puedo recordarla, pero ese olor...-

Daniel la abrazó por detrás y le besó el pelo. -Simplemente no quiero que tengas falsas esperanzas que tu madre vendrá a buscarte.-

-Sí ... por supuesto,- la pecosa arrancó un trozo de corteza con sus dedos temblorosos. -No podría ser ella...y si fuera ella, me lo diría, ¿verdad?.-lo miró con ojos suplicantes

-Si mi amor.-

Se volvió para abrazar a su esposo y sus ojos brillaron. -Toda mi vida intenté no pensar en el hecho de que no tengo padre ni madre, no pensar en quiénes son y dónde están ahora...pero hoy...-

-Candy...hoy celebramos nuestra boda...yo ....- Neil abrazó a su amada, casi físicamente sintiendo su dolor. Solo ahora, cuando estaba llorando en su hombro, este día, que se suponía que tendría que ser el más feliz para cualquier pareja, se dio cuenta de su soledad y ...orfandad.

Vorágine de pasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora