Capítulo 8

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-No puedo con esto tía Elroy, estoy agotada moral y físicamente.- Sarah Leagan dejó a un lado una taza de té y comenzó a masajearse las sienes.

-Neil comenzó a cortejar a esa Candy otra vez ...-La anciana guardó silencio, cerrando los ojos. Pero la Sra. Leagan no necesitaba una respuesta, todo estaba claro y continuó:

-Esperaba que finalmente se cansara de la compañía de mujeres vulgares y le interesara relacionarse con alguien de nuestro círculo y formar una familia, yo le recomendaría una buena chica de una familia decente. Pero ahora vuelve a caer en ese pozo que no tiene final, de nuevo va a la insensatez.-

-Estoy muy molesta con Neil.- dijo madame Elroy. –el escándalo que provocó esa pelea con Archie, apenas logró acallarse un poco, pero él ni siquiera se ha disculpado y me evita por completo.-

-¡Neil no tiene la culpa!.- Sarah levantó la voz, protegiendo a su amado hijo.-Todo es culpa de esa mujer, ella lo enreda con sus intrigas, Neil se peleó con Archie por culpa de esa perra huérfana.-

La anciana hizo una mueca de disgusto al escuchar el improperio, pero la sra. Leagan hizo caso omiso y continuó:

-¡Te lo ruego, haz algo! Necesitamos eliminar a esta...mujer, mandarla muy lejos de nosotros, preferiblemente fuera de Chicago, ella arruinará nuestras vidas.-

-No soy yo la que puede decidir eso Sarah, parece que has olvidado que solo soy una anciana enferma y el jefe del clan Andrew favorece a esta chica.-

Las manos de la señora Leagan apretaron la tela de su vestido. –Albert también quisiera casarse con ella, ¿Los has visto juntos en el compromiso de Archibald?.-

La anciana suspiró ruidosamente. - Vi muchas cosas, cuando murieron Anthony y Stear recé mucho, pero el Señor no escucha mis oraciones. Creo que viviré para ver a Candy White sentada en la cabecera de la mesa, junto a Albert.-

-¡Pero eso es terrible! ¡Esto no se puede permitir!.-gritó Sarah. –algo habrá que podamos hacer, no me resigno a quedarme con los brazos cruzados mientras adivino el desastre que se avecina.-

-Con respecto a Neil, puedes arreglártelas sola Sarah, habla con tu hijo, él está muy apegado a ti, mientras yo intentaré abrirle los ojos a Albert.-

-No sirve de nada,- la señora Leagan sacudió la cabeza. -Cuando empiezo a hablar con él sobre Candy, se vuelve sordo y mis palabras no tienen ningún efecto.-

-A mi me sucede lo mismo con él, nunca podría influenciarlo.-

-¿Tal vez podríamos hacer que la despidieran del hospital alegando alguna falta grave?.-

-¿Estas bromeando?, Albert saldría en su defensa de inmediato.-

La señora Leagan se puso de pie. -¡Pero no puede ser que estemos atadas de manos sin poder hacer nada contra ella!, ¡Debe haber un solución!.-

Madame Elroy cerró los ojos y le dijo:

-Te aconsejo que convenzas a tu hijo para que ya no visite a esa muchacha. Al menos puedes intentar salvar la reputación de la familia Leagan. En cuanto a la imagen de los Andrew, en mi opinión está completamente destrozada, solo espero morir antes de ver a esa arribista casada con Albert.-

-Y yo no permitiré que mi hijo se humille de nuevo frente a ella.- dijo con firmeza. -Y esa huérfana ni siquiera necesita dinero, ¡solo quiere burlarse de él!, quiere que todos los periódicos publiquen como él la persigue después de que lo despreció y canceló su compromiso.- "Huérfana rechazó al aristócrata", ya puedo ver esos titulares, no permitiré ese escarnio.-

Vorágine de pasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora