Capítulo 2

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Todos los pensamientos, las frases y gestos ensayados desaparecieron como humo en el viento, como un espejismo en la conciencia de Niel en el momento mismo en que abrazó a Candy.

Es sorprendente el poder que tiene una mujer sobre el hombre que la ama...Todo se perdió, como si explotara, como una burbuja de jabón con solo verla a los ojos. El joven sostuvo a Candy en sus brazos con tanta ternura, como si ella fuera de cristal, se dio cuenta que su amor por ella no ha muerto, está más vivo que nunca.

Mientras no estuviera cerca, podría odiarla, hablar y pensar cosas malas de ella, pero cuando Neil tuvo su dulce rostro tan cerca, ya no se pertenecía a sí mismo. ¡si!...la ama con todo su corazón, en su presencia, le parecía que regresaba a la primera infancia, cuando el mundo entero parece el lugar más feliz y amable, cuando hay una mamá y un papá que te abrazan, y algo cálido en tu pecho está creciendo y expandiéndose y estalla.

Quería besar su cara pecosa, abrazarla, acariciarle el cabello, darle esa ternura que ella le dio en ese último encuentro cuando lo ayudó incondicionalmente. El día en que tuvo el accidente en su carro y ella cuidadosamente ató su mano con un pañuelo. No había podido conectarse con su alma y ahora quería poseer su cuerpo, tocarla, besarla, acercarse de alguna manera, pero no podía permitírselo. Ella lo rechazó.

Probablemente, el semblante de Neil cambió, porque Candy lo miró extrañada y le preguntó:

-¿Qué te pasa Neil?.- luce como un hombre herido,- pensó.

Neil se detuvo, los pasos y las vueltas del vals los habían llevado sin darse cuenta casi al final del pasillo, cerca del balcón, él moreno ni siquiera escuchaba la música, solo ese zumbido en sus oídos.

-¿Neil?.- esos ojos verdes....que lo queman, que se ríen de él. -¿Pensaste que iba a ser tan fácil olvidarme?, ¡todas tus mujeres no son nada comparadas conmigo!.-

-¡No me mires así!,- le suplicó, al igual que cuando sintió por primera vez su poder sobre él. –

-¿Qué?... ¿de que hablas?.- Y en sus ojos hay destellos dorados ... Los labios están tiernos, la boca está medio abierta y ese seductor hueco entre sus dos pechos...fue demasiado.

-¡Maldita sea, Candy!.- Neil se inclinó y abrazando a la rubia en sus brazos... la besó.

Este beso duró tan solo unos segundos, la besó con tanta suavidad y al mismo tiempo con pasión, como si la chica fuera suya.

Él puso en este toque fugaz toda la emoción de lo que estaba sintiendo y toda la agonía de saber que esto es solo un sueño imposible Y antes de que ella tuviera tiempo de entender lo que estaba sucediendo, alejarlo o golpearlo, todo había terminado, el joven la soltó y desapareció entre la multitud de bailarines.

Candy presionó sus palmas contra las mejillas ardientes, quería salir de ese lugar y corrió atropelladamente chocando con una pareja de bailarines...y después otra, la habitación entera giró ante sus ojos, se sentía atrapada.

El aire fresco del balcón parecía ser su salvación y salió apresuradamente. Había una bruma espesa y a través de ella llegó hasta un banco, se sentó y se cubrió la cara con las manos.

-¡Bastardo!, ¿Cómo se atreve? ¿Cómo pudo?.- sacó un pañuelo y comenzó a frotarse los labios, intentando borrar el beso de ese sinvergüenza. Se estaba ahogando de ira, impotencia y esa sensación de enojo pues no pudo evitar que eso sucediera y no se puede hacer nada al respecto.

Neil la besó. ¡Y fue horrible! Candy seguía frotándose los labios hasta casi sangrarlos. -¡Sinvergüenza, villano!.- repitió mil veces.

Terry le dio su primer beso, y ahora... Neil la besó a la fuerza y su toque borró el tierno beso de Terry de sus labios. Y Terry nunca la volverá a besar, ¡nunca!... Y debido a la sensación de esta irreparabilidad de lo que sucedió, Candy estalló en lágrimas como una niña.

Vorágine de pasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora