Capítulo 37

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-Este pañuelo con su nombre... Candice White...¿De dónde lo sacó?,- ese pensamiento pasó por la cabeza de Terry como un rayo y lo dejó absolutamente desconcertado.

-Probablemente lo robó ...aunque ¿para que lo quiere?. La está obligando a casarse, ¿pero por qué aparte lleva su pañuelo con él? "-

-¡Devuélvemelo!. - Neil se levantó con esfuerzo agarrándose a un árbol. Archie estaba en silencio, solo mirando al par de jóvenes rivales.

Finalmente, el joven Leagan se acercó a Terry y le arrebató el pañuelo de las manos. Los dedos del joven actor no se resistieron más y lo soltaron, pero no salía de su asombro...¡Candy le dio su pañuelo! ¡A el! ¡a Neil Leagan!.-

Daniel trastrabillando, se dirigió a la casa y Terry solo lo miró alejarse. Por alguna razón, recordó ese lejano día de verano cuando estaban en una escuela en Escocia, él le quitó a Candy del miedo a los caballos, debido a su experiencia traumática por la muerte de Anthony y después de una furiosa carrera de caballos, ató su mano herida con su pañuelo, después encontró la misma prenda en el Teatro de Chicago, en las butacas del tercer piso.

Ese mismo pañuelo bordado con su nombre como conexión entre dos personas,

¿Qué pasó entre este tipo desagradable y su ángel con pecas?...bueno, ella ya no es suya desde hace mucho tiempo...pero aún así.

¿Vendó Candy la mano herida de su enemigo brindándole palabras de aliento? ¿O tal vez ellos, después de haberse olvidado de todas las disputas y resentimientos, se besaron en el puente y despidiéndose, ella puso tiernamente la prenda en su mano morena?, como poder saber lo que pasó.

Y ahora se casará con ella, ¡Dios!... Ése dulce sueño se hará realidad para Leagan, la tendrá en sus brazos, la besará, la escuchará reír, ella le dedicará todas sus sonrisas...su ángel cuidará de él, de este niño malcriado...¡de nuevo error!...ella ya no es su ángel, bajó la cabeza y se dirigió hacia el auto. Se sentía derrotado y cansado.

-¡Terry!.- Archibald lo llamó, pero parecía no escuchar.

Neil irrumpió en el pasillo y Candy que ya no podía estar en su habitación, pues la impaciencia la estaba matando, bajó corriendo las escaleras y al ver al joven Leagan, se llevó la mano a la boca con horror. - ¡Oh Dios, Neil!.-

El se desplomó en un sillón y se llevó la mano a la frente, la pecosa corrió hacia él y miró su cara, los moretones se empezaron a obscurecer debajo de ambos ojos que se marcaron con manchas azules, su cara estaba hinchada y la sangre fluía de su nariz.

Candy se aferró a los hombros de Neil, mientras los rostros curiosos de los sirvientes comenzaron a asomarse por el pasillo.

-Neil, ¿peleaste con Terry?.-

-¡Ay por favor Candy! - Leagan puso los ojos en blanco. - ¡Por supuesto!...¿o que crees que solo tuvimos una amena conversación?, lo conocí siendo un tipo insolente y continúa siéndolo, ¿verdad? .-sus ojos brillaron con un brillo maligno.

Daniel se deslizó un poco de su asiento y gimió: -Candy, ayúdame, ¡haz algo me estoy muriendo!,- ella corrió escaleras arriba por agua y medicinas.

- ¡Sáca a todos los sirvientes de aquí ahora!...¡ahhhhhh me duele!.-

-Aguanta un poco, no desesperes.-decía Candy mientras preparaba las gasas y el alcohol.

-¿Por qué no se detiene la sangre?.-

-Tranquilo amor, ahora todo pasará.-

-¡Maldita sea!...siento zumbidos en los oídos y mi cabeza se parte...¿realmente no hay nada que puedas hacer al respecto?.-

Vorágine de pasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora