Capítulo 20

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—¡Mierda! ¡Sí! — lloriquea Ebba mientras entro y salgo de ella con rapidez y profundidad.

Me aferro a sus hombros y se me escapa un gruñido cuando sus piernas tiemblan y la humedad de su interior aumenta, empapándome los testículos, para luego llegar al clímax. Siento el familiar cosquilleo subir por mi espalda poco después y dejo que los espasmos me recorran y los ojos verdes se plasmen en mis pupilas para poder alcanzar mi propio clímax con un inevitable gemido. Detengo mis movimientos y me tiro a su lado cuando ella se da la vuelta para quedar boca arriba. Ella está empapada de sudor, recuperando el aliento, en cambio, yo solo sudo muy ligeramente y jadeo; no puedo cansarme tanto como un humano cualquiera y en el sexo nunca tengo que recuperar el aliento.

—¡Dios! Nunca me lo han hecho como tú— me dice con voz aterciopelada mientras pone una mano en mi pecho.

—Soy el único hombre con el que has estado en tu vida entonces— suelto mientras me volteo hacia ella.

—¿Tú crees? — dice socarronamente. Me mira de arriba abajo con descaro y sus uñas acarician mi abdomen.

—Te lo volveré a demostrar entonces— digo mientras me subo en ella una vez más.

Comienzo a besarle el cuello y mi mano viaja a su sexo para empezar a masturbarla, moviendo mis dedos en círculos, lo que provoca que comiencen sus gemidos en mi oído. Suena la puerta, debe ser Scott; no importa, no dejo que eso me distraiga y continúo besándola. Abre más las piernas para mí, la humedad comienza a encharcar su sexo haciendo que mis dedos se deslicen con facilidad en su interior.

Ya ha pasado un tiempo desde que bebí sangre directo de la vena, un poco no me vendría mal. Bajo al lóbulo de su oreja para dar un pequeño chupetón y dejo que mis colmillos salgan, que mi deseo por sangre aumente, que mis ojos tomen los colores negro y rojo. Comienzo a abrir la boca para morderla, sin embargo, el timbre me detiene. Su hermano.

—¡Carajo! — masculla Ebba mientras me coloco a su lado y retraigo los colmillos. —Ese maldito no puede dejarme disfrutar nada—.

Se levanta de mala gana mientras yo sigo su ejemplo para ir por mis pantalones y la camiseta. La ropa de Ebba está en la silla del escritorio; es lo único fuera de orden a excepción de la cama y los envoltorios de condones en el piso. Un claxon suena incesantemente mientras nos vestimos. Qué impaciente es su hermano.

—Debo de bajar ya, si no me dejará— dice entre dientes.

—Sabes que, si se retira, yo podría llevarte a tu...—.

—¡No! — me interrumpe en una exclamación. —Quiero decir... no, gracias—.

Mi mirada es de extrañeza mientras la suya es de súplica. Es muy raro que una chica no quiera que sepa en donde vive. Decido ignorar su actitud y limitarme a encogerme de hombros.

—Como te apetezca— respondo mientras termino de abrochar mis tenis.

Ella se relaja y sale corriendo por la puerta; tardo unos segundos en alcanzarla. Ambos bajamos por las escaleras trotando y llegamos a la puerta justo cuando Scott va caminando hacia ella. Abro la puerta y corremos hacia la externa para encontrarme con ese Jeep una vez más.

—Bueno, gracias por haberme ayudado en el club y....— se pone de puntitas y me susurra al oído —... por el mejor sexo de mi vida. Mañana me va a doler el cuerpo entero— termina con una risita y continúa a sobarse discretamente sus nalgas.

—Cuando quieras— coqueteo con una sonrisa de satisfacción.

Ella suelta una ligera risa que correspondo con una sonrisa torcida. El claxon vuelve a sonar con insistencia y ella deja su sonrisa por unos ojos blancos en señal de frustración.

Barely Human ✔️✔️ [COMPLETA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora