Capítulo 38

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||Sábado 7 de noviembre||

Miro cómo la dama de honor perfecta por fin termina siendo la novia y camina hacia un altar en la playa para cuando la chica de ojos verdes comienza a despertar. Abro un poco los brazos para que pueda estirarse.

Me retiré varias veces de la cama y en cada vez que regresaba, ella buscaba mi presencia entre las sábanas.

—Buenos días, mon bijou— murmuro.

Se talla un ojo y alza las cejas tratando de asimilar dónde está, luego me mira y me sonríe con los ojos cerrados. Se ve preciosa.

—¿Qué hora es? — bosteza.

Reviso el reloj de la pared mientras ella se acurruca sobre mi pecho. —Dormiste poco, son las 6:27—.

—Solamente seis horas, pero siento que descansé bastante— suelta.

Sus brazos me rodean un momento cuando se vuelve a la televisión.

—No sabía que te gustaba 27 Bodas— dice en un tono extraño.

—No sé por qué, pero me apeteció verla— admito.

Se queda en trance unos momentos hasta que se aloca, se sacude y se cae de la cama.

«Pero ¿qué le pasa?».

—¿Qué te sucede? — río.

Ella se levanta con una risa y va por mi camisa para ponérsela poco después.

—Debo estar vestida para el desayuno, tengo hambre— dice una vez que termina de abotonar la camisa.

La miro buscar su celular por la habitación, decido levantarme para ponerme los pants de hace rato. Una vez puestos y su celular en la mano, me coloco a su lado dispuesto a salir en dirección a la puerta, pero ella me detiene al tomarme de la muñeca.

—No te he dado los buenos días— ronronea antes de darme un largo y tierno beso. Se separa y se relame. —Ahora cárgame—.

Río y echo mi cabeza para atrás ante el comentario random de la semana. —¿Discúlpame? —.

—¡Sí! Quiero ver cómo se siente revolotear; consciente esta vez— exclama con emoción.

Vuelvo a reír y no puedo evitar hacer un sonido de ternura. Para complacerla, me vuelvo y ella salta a mi espalda de inmediato con una risa divertida. Aferro las manos a sus muslos mientras me contagia su risa y bajo revoloteando las escaleras hasta la cocina.

Cuando desciende de mi espalda, la noto un poco mareada, así que la ayudo a sentarse en una de las sillas del islote.

—¿Estás bien, turmalina? — pregunto mientras acaricio su cabeza.

—Sí, solo me mareé un poco. Aguanté la respiración— ríe.

—Entonces, en lo que te recuperas, yo haré el desayuno— palmeo su muslo. —Y déjame servirte agua—.

Voy por un vaso al armario y le sirvo un poco de agua. Luego me encamino a la alacena para sacar la harina, la vainilla y el polvo para hornear.

—No. Yo lo haré— rezonga.

—Deja que te consienta para variar— río.

Ella me contesta con una sonrisa y se sienta pacientemente a que haga el desayuno con su cabeza apoyada en su mano. Saco un bowl, la batidora y la wafflera. Deposito los ingredientes en el bowl y bato hasta que la mezcla está lista; conecto la wafflera para calentarla, mientras tanto, decido picar las fresas. Cuando todo está listo, comienzo a hacer los waffles.

Barely Human ✔️✔️ [COMPLETA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora