Capítulo 21

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La película pasa con tranquilidad, a excepción de que Katy de vez en cuando salta o ríe y se acurruca conmigo, sin cubrirse los ojos en ningún momento. Las palomitas se acabaron en la primera media hora; sugerí ir por más palomitas, sin embargo, ella me lo prohibió diciendo que no quería que me perdiera cualquier parte de la película, además de que ya no tenía salsa y jugo de limón en su bolsa. Honestamente, esta película me causa más risa que miedo, sin embargo, agradezco ésta distracción para no pensar en lo jodido de mi situación con mi última pareja sexual.

En la última escena, el payaso termina con la cara tan aplastada como una oruga, apachurrado. Trato de reprimir una risa, carraspeo por accidente y, al ver a mi acompañante, es aún más difícil contenerla. También está reprimiendo la risa, sus ojos destellando diversión mientras toda la sala está en silencio y seria. Me mira y hace una especie de sonido: una risa combinada con un carraspeo. Se acabó, no puedo más con esto.

—Voy a salir, no creo que pueda seguir aguantando la risa...— hago una pausa para retener mi risa —sin molestar a todos los demás. ¿Me acompañas? — digo. Me sorprendo a mí mismo de haber podido decir eso sin botar la carcajada.

Sólo se limita a asentir con la mano en la boca y a levantarse conmigo. Todavía hay refresco en nuestros recipientes, así que tomo los vasos y la sigo mientras ambos bajamos las escaleras corriendo. Al llegar afuera, botamos la carcajada, sonora y descarada sin importarnos que alguien pueda mirarnos. Me he reído más en cuatro horas seguidas con Katy que en un siglo. Me gusta...

Tratamos de recuperar el aliento, sin embargo, es imposible, no me puedo borrar la apariencia del payaso de la cabeza. Su cara toda...

—¡¿Viste su cabeza aplastada?! Era algo así...— exclamo tratando de imitar la misma cara.

—¡Sí! — ríe una vez más y se palmea la pierna. —¿Cómo no reírte con esto...? — imita la cara del payaso casi a la perfección.

Las carcajadas vuelven a sonar, haciendo eco por el pasillo. Un par de niños pasan por nuestro lado, viéndonos con cara de locos al principio para después irse riendo por lo bajo. Al parecer nuestras risas son contagiosas.

—Bueno, bueno. Déjame respirar— jadeo mientras me enderezo.

Le tiendo su refresco, el cual toma sin dejar de reírse. Paro de reír un momento y bebo un trago de refresco para humectar mi garganta, calmándome poco a poco. Katy me observa y, a propósito, vuelve a imitar la cara del payaso. No me aguanto y escupo el trago de refresco hacia un lado al mismo tiempo que también me sale un poco por la nariz, causándome un pequeño ardor en las fosas nasales. Se dobla de la risa una vez más, conmigo uniéndome a ella.

—¡Wakala! — estalla entre risas mientras rebusca en su bolso. Saca un pañuelo de papel y me lo tiende sin dejar de reír. —Toma, límpiate—.

Dejo el refresco en el piso y me limpio los restos que escurren por mi boca y nariz. Diablos, está chica sabe cómo hacerme reír. Trato de recuperar el aliento por enésima vez esta noche y por fin me enderezo; el estómago me duele. Miro a mi lado y Katy por fin ha recobrado el aliento, aunque sigue con una sonrisa de oreja a oreja en el rostro y se abanica con la mano.

—Te lo suplico, ya no me hagas reír. La próxima vez creo que no sólo escupiré la bebida, creo que también voy a orinarme— pronuncio mientras abro la puerta de la sala para entrar, espero que todavía quede un final por ver.

—Tú también, ¿qué te haces? Me has hecho reír demasiado durante el día y ya me duele el estómago. Ay, pero fue tan gracioso ver cómo...— se carcajea —cómo te salió refresco de la nariz— suelta una pequeña risa al final, pero nada serio. No hay alerta de otro ataque de risa.

Barely Human ✔️✔️ [COMPLETA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora