Capítulo 32

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Aparco el auto de manera desaliñada en el garaje, como me lo permite la consciencia; apenas he podido llegar sin estrellarme. Salgo torpemente del auto y camino -o al menos lo intento- hasta la puerta principal de la casa; estoy viendo borroso y veo luces por doquier. Siento que me voy a desvanecer en cualquier momento. Entro por la puerta de un portazo y caigo al piso de inmediato, luego intento levantarme con una rodilla en el suelo con mucha dificultad. Voy perdiendo la visibilidad a cada momento. Por suerte no hay nadie en casa, o al menos eso creo hasta ver a Scott bajando las escaleras con paso apresurado.

—¡¿Pero qué mierda te pasó?! — grita al acercarse a mí.

—Mordí a un chico... queriendo beber su sangre— hago una pausa, me quema hablar —, pero en el momento en el que la sangre tocó mi boca..., comenzó a quemarme y pude sentir cómo la piel de mi boca se despegaba de mis huesos— gimo de dolor —. Arde demasiado—.

Se acerca para ayudarme a levantarme, me apoyo en su hombro y poder sentarme en el sillón. Cierro los ojos por el ardor al tiempo que suelto un siseo; creo que es mejor que no hable. No puedo evitar soltar gruñidos de dolor, nunca había sentido un dolor así. Scott sale corriendo a la cocina, tal vez por el botiquín, pero no entiendo de qué servirá para esto. No es que haya algo ahí para quemaduras de verbena en vampiros.

Y sí, regresa segundos después con el botiquín en la mano, se sienta a mi lado y toma mi cara para examinar las quemaduras. En cuanto sus manos me tocan, siento como si me quemaran con metal ardiente y no puedo evitar soltar un alarido. Las luces me nublan la vista en ocasiones.

—Este sujeto debía de tener verbena en el organismo— dice mientras toca mi barbilla por accidente. Suelto un graznido —. Lo siento— hace una pausa —. Si estoy en lo correcto, y era verbena lo que ocasionó esto, es muy probable que el chico sea parte de la Fraternidad de la que hablamos—.

«Maldito frenesí».

Cuando los vampiros estamos molestos y lo combinamos con sangre, la mente se nos nubla con un frenesí para convertirnos en la versión más salvaje de nuestra especie, y en ese estado, no tenemos cerebro.

Scott me deja en paz y alcanza su laptop en segundos, teclea el nombre de la planta antes de comenzar a leer en voz alta, pero apenas pongo atención porque realmente puedo sentir cómo la piel se me desprende. Esto quema peor que el sol.

—Aquí dice que la verbena tiene un efecto ácido en ciertas especies de animales, así que se puede contrarrestar con una base— murmura y balbucea otra cosa que no llego a entender.

Toma el botiquín y revuelve las cosas hasta dar con lo que busca, me hace abrir la boca para revisar adentro. No sé cómo puedo hacer lo que me pide sin desmayarme. Esto arde como el mismísimo infierno, así que cierro los ojos por acto reflejo, un intento de sobrellevar el dolor. Esto sin mencionar que estoy sudando como nunca y el efecto de mi sudor en las heridas lo hace peor.

—¡Argh, esto arde como el demonio! — exclamo.

—Listo— dice Scott con seguridad, en el momento en el que termina de aplicarme una especie de crema o ungüento, no sé bien qué me puso. No distingo un carajo. —Creo que mejorará solo, pero esto tal vez ayude a acelerar el proceso—.

Termino jadeando, gruñendo por la molestia y el ardor. Me revuelvo en el asiento, mi playera está húmeda por todo el sudor que he producido y me incorporo; lo que sea que me haya puesto Scott sí ayuda, ya no siento tanto ardor. Ahora sólo tengo que descansar, necesito algo de reposo ya que al parecer la planta no sólo me quemó, también me agotó y por primera vez desde antes de cumplir 18, tengo sueño.

Barely Human ✔️✔️ [COMPLETA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora